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Cleopatra: amor y poder

Autor: Fermín Beguerisse Hormaechea

El encuentro de Antonio y Cleopatra (1885), de Lawrence Alma-Tadema


A la muerte del gran conquistador Alejandro Magno sus generales se repartieron el basto imperio, sobresaliendo entre ellos Ptolomeo I Sóter, quien fundó una de las dinastías más poderosas de Egipto: la dinastía ptolemaica. Esta dinastía, además de haber gobernado el Antiguo Egipto durante casi 300 años, contó con algunos de los personajes más emblemáticos de la antigüedad, como lo fue la encantadora y astuta Cleopatra VII, una mujer cuya vida se balanceaba entre las dichas del amor y las responsabilidades del poder.



Cleopatra, nacida en torno al año 69 a.C y cuyo nombre significa “gloria de su padre”, recibió desde pequeña una educación fundamentalmente helenística, donde la filosofía y el dominio de varias lenguas, como el griego y el latín, fueron forjando su intelecto a la par que crecía y se embellecía como mujer. Al haber alcanzado los 18 años de edad, su padre le ordenó que se casara con su hermano Ptolomeo XIII, una práctica que, si bien era aborrecida por otras culturas contemporáneas, resultaba común entre los gobernantes ptolemaicos. Sin embargo, no hay ningún documento oficial de la antigüedad que acredite su casamiento, de hecho, es muy probable que, debido al rechazo de Cleopatra y a los constantes enfrentamientos por el poder entre ambos, el matrimonio jamás haya sucedido.



La lucha por el poder entre ambos hermanos sangró a Egipto en una guerra civil donde la muerte y la traición asechaban en cada esquina. En el 50 a.C Ptolomeo XIII destronó a Cleopatra y fue consolidando su posición firmando documentos como rey, obligándola a abandonar Alejandría, el entonces centro de poder egipcio.



Paralelamente, y al otro lado del Mediterráneo, Roma también se encontraba en plena guerra civil; una guerra que enfrentó a un fortalecido Julio César y a la facción tradicionalista del senado liderada por Pompeyo Magno quien, al verse debilitado en el desarrollo del conflicto, buscó asilo en Egipto solicitando la ayuda de Ptolomeo XIII. No obstante, temiendo que las deltas del Nilo se volvieran un campo de batalla para una guerra extranjera, Ptolomeo decidió cortar la cabeza de su huésped y dársela a Julio César como símbolo de lealtad al nuevo hombre fuerte de Roma. El hecho fue lamentable para Julio César, pues antes de ser su enemigo, Pompeyo había sido su yerno y aliado; pero la tragedia ya había sucedido y las lagrimas de César habían sido derramadas, solo quedaba seguir y entrar a Alejandría.



Al entrar en la ciudad fundada por Alejandro Magno en el 331 a.C, Julio César solicitó que Ptolomeo XIII y Cleopatra hicieran las paces, pues el conflicto entre los hermanos había continuado incluso tras el exilio que sufrió ella. Pero las asperezas que la relación fue acumulando durante años complicaron la reconciliación de los hermanos, y mientras el conflicto continuaba Cleopatra usó sus mejores galas para seducir al político y militar romano. Cuando Ptolomeo supo la noticia, exhortó al pueblo a amotinarse contra su hermana y Julio César, un levantamiento que no tuvo mucho éxito pues termino siendo apaciguado por las fuerzas de la pareja.



La guerra contra Ptolomeo acabó con su muerte alrededor del año 47 a.C. y César, ya con la autoridad factual para reinstaurar el poder en Egipto, casó a Cleopatra con el hermano menor de ella, Ptolomeo XIV. Sin embargo, el romance entre Julio César y la nueva reina de Egipto tuvo como fruto a un pequeño de nombre Cesarión, lo que incrementó las posibilidades de recibir el beneplácito romano para devolver a Egipto la potestad sobre la costa Este del Mediterráneo; un deseo que prontamente se esfumó tras el asesinato de Julio César en el 44 a.C.



Al morir Julio César, surgió un vacío de poder que fue ocupado a manera de un Triunvirato conformado por Marco Antonio, César Octaviano (más adelante César Augusto) y Marco Emilio Lépido. Por su parte, Marco Antonio recibió el control de las provincias orientales y esto le permitió entrar en relación con una Cleopatra que también había sufrido la perdida de César. En un viaje a Alejandría, Marco Antonio se enamoró de los encantos de Cleopatra y comenzaron una relación como amantes, una de las más famosas de la antigüedad.



La relación entre Marco Antonio y Cleopatra estuvo entorpecida por la distancia, pero los largos periodos de separación absoluta avivaron sus deseos por verse, dando lugar a periodos de entrega total en los que concibieron a tres hijos. No obstante, su amor también es recordado por las dificultades políticas que añadieron drama y dolor a su relación. Tras una lucha entre Marco Antonio y César Augusto, se negoció que Marco Antonio tendría que casarse con la hermana de este último, conocida como Octavia. Marco Antonio tuvo dos hijos con Octavia, pero el corazón le dictó que su amor estaba en otra parte, por lo que tres años más tarde repudió a la hermana de su aliado político y volvió a los brazos de Cleopatra en Alejandría.


Cleopatra vestida como faraón presentando ofrendas a la diosa Isis (51 a.C) / Un documento en papiro del 33 a. C. que tiene la firma de Cleopatra / La muerte de Cleopatra (1658), de Guido Cagnacci.


El abandono de Octavia y de sus responsabilidades políticas en Roma, llevaron a Marco Antonio a ser declarado enemigo de Augusto, haciendo el enfrentamiento inevitable. En el 31 a.C las fuerzas de los enamorados fueron derrotadas en la batalla de Actium y en la vorágine de la violencia y la guerra, Marco Antonio recibió una falsa noticia sobre la supuesta muerte de Cleopatra a lo que respondió clavándose su propia espada en desesperación. Cuando la noticia real de la muerte de su enamorado llegó a los oídos de la reina de Egipto, ésta no pudo más que pensar en el dolor que le provocaba saber que no vería más en esta vida a Marco Antonio y que no se dejaría llevar como trofeo de Augusto a Roma. Entre una mezcla de determinación, duelo y confusión, Cleopatra decidió quitarse la vida con el veneno de un áspid o cobra egipcia; la reina adelantó su encuentro con el amor de su vida.



Al día de hoy, la tumba de Cleopatra y Marco Antonio permanece extraviada, siendo uno de los enigmas más grandes de la Historia y de la Arqueología que aún quedan por resolver, pero el simple hecho de seguir en su búsqueda y de tener la esperanza de encontrarla es prueba de una mujer cuya vida y romances, han logrado trascender en la memoria universal. Tal vez los amores de Cleopatra hacia Julio César y después Marco Antonio, aún viven entre nosotros gracias a que podemos recordarlos.



Y en tu historia personal ¿qué personas han trascendido los límites del tiempo gracias al amor que aún recuerdas de su parte?



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Fuentes:

Imágenes:


El encuentro de Antonio y Cleopatra (1885), de Lawrence Alma-Tadema

Cleopatra vestida como faraón presentando ofrendas a la diosa Isis (51 a.C)

Un documento en papiro del 33 a. C. que tiene la firma de Cleopatra

La muerte de Cleopatra (1658), de Guido Cagnacci.


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