Autor: Fermín Beguerisse Hormaechea

Pintura que representa los instantes previos al asesinato de Inés de Castro, Anónimo
“No hay nada nuevo bajo el sol” pero son los detalles lo que hacen a una historia resaltar de entre las demás. El pasado podrá contener relatos heroicos, cómicos y, en ocasiones, enternecedores, pero la naturaleza humana nunca deja de lado al amor y la tragedia, dos temáticas que acompañan al brumoso nombre de Inés de Castro, una vida marcada por la pasión y la fatalidad.
Nacida en la baja Edad Media (1320), como hija natural del noble gallego Pedro Fernández de Castro y la noble portuguesa Aldonza Lorenzo de Valladares, Inés de Castro fue llevada desde joven a la corte de Portugal como dama de compañía de Constanza Manuel, la esposa del infante Pedro. Fue en Lisboa o Coímbra donde su belleza y gracia cautivaron al heredero al trono, hasta que entre ambos floreció un amor prohibido bajo las sombras del palacio real. Aquello encendió la ira de Constanza, quien hizo todo por deshacerse de la joven Inés; sin embargo, la legítima esposa de Pedro murió al poco tiempo a causa de complicaciones en su último parto natural en 1349.
En un esfuerzo por guardar el luto de la difunta Constanza, y aún Pedro siendo príncipe heredero al trono de Portugal, los dos amantes conservaron su amor como un secreto a voces hasta 1354, cuando decidieron casarse clandestinamente. En un rincón apartado, lejos de las miradas inquisidoras de la corte, Pedro e Inés sellaron su amor sin séquito, ni pompa real, solo acompañados por la tenue luz de las velas proyectando las sombras de testigos desconocidos y la del obispo de Guarda, el responsable de bendecir esta joven unión.
Más tarde, el rey Alfonso IV de Portugal, temiendo la influencia de la familia Castro en la corte, urdió un complot. En enero de 1355, la Quinta das Lágrimas se convirtió en el escenario de un crimen: Inés fue asesinada. Se cuenta que, al ascender al trono en 1357, Pedro, entonces ya rey Pedro I de Portugal, exhumó el cadáver de Inés y la coronó como reina, obligando a su corte a rendirle homenaje para, acto seguido, desatar una feroz cacería y castigar a los responsables de la muerte de su amada. Los asesinos fueron perseguidos; Pedro Coelho y Álvaro Gonçalves pagaron con su vida de manera atroz, al primero le fue arrancado el corazón por el pecho, y al segundo por la espalda, mientras que el tercer asesino, Diego López Pacheco, logró escapar y, con el tiempo, recibió el perdón real.

Coronación del cadáver de Inés de Castro, Anónimo
Suntuosos fueron los funerales que se hicieron a Inés. Hoy en día, las tumbas de estos dos amantes con destino shakespereano, están colocadas una frente a otra en el Monasterio de Alcobaza como si esperaran el Día del Juicio para reencontrarse. Su amor, condenado en vida, permanece inmortalizado en piedra y en la leyenda de una pasión que desafió la muerte.
Ahora bien, si deseas conocer algunas de las historias que oculta tú próximo viaje, permítenos, querido lector, ponerle color a cualquiera que sea tu siguiente destino y llevarte más allá de lo que las “bonitas postales” muestran al turista común. Descubre cómo podemos hacerlo dando clic aquí.

Aprende más:
Nuestro libro recomendado es - Periplo - Viaja por el mundo con 100 cápsulas de su historia
por Fermín Beguerisse Hormaechea y Guillermo Beguerisse Hormaechea Descúbrelo en:
Fuentes:
Comments