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Liberación confinada

Autor: Guillermo Beguerisse Hormaechea


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En la actualidad el arte de la pintura se entiende como una forma de expresión libre, incluso enriquecida por el desorden y la subjetividad del artista. Sin embargo, la belleza no necesariamente disminuye si se le encaja en un compendio de márgenes.



Mandala, del siglo XIX, Bután


La pintura budista llamada thangka surgió en el siglo VII en el valle de Katmandú en Nepal. Esta forma de arte evolucionó al adaptar características regionales e interpretaciones culturales. El estilo más conocido surgió en el Tíbet y se caracteriza por una figura central rodeada de evocaciones a eventos biográficos importantes o a otras figuras menores. Para regular la elaboración y reproducción de la iconografía, en el siglo XVII, Ngawang Lozang Gyatso, el quinto Dalai Lama, introdujo un sistema de gremios que se mantuvo hasta el XX. Con el fin de crear mérito para un fallecido, recogerse espiritualmente o tener como objetos de inspiración, los monasterios encargaban thangkas a los miembros del gremio de pintores. Estas imágenes conductoras —a diferencia del arte occidental que valora el ingenio personal— comunican cualidades trascendentales usando al pintor únicamente como traductor fiel. Estos artistas, a menudo lamas, eran individuos talentosos con una profunda formación religiosa y que, en muchas ocasiones, pertenecían a una línea ininterrumpida de pintores que se remontaba a siglos atrás.

 


Yama, s. XVII - XVIII, Tíbet


Derivados de la pintura Pattachitra de la India y de las prácticas de trazar mandalas en el suelo, los thangkas se pintan sobre lienzos de algodón generalmente rectangulares. La tela se tensa sobre un marco de madera, se lava y frota para quitarle impurezas y después se recubre con yeso y un pigmento base que se mezcla con pegamento. Esta capa se frota con porcelana para que quede lisa y apta para pintar sobre ella. A partir de ahí se delinean los contornos de la deidad usando una composición específica según reglas estrictas de iconografía en cuadrícula. Las composiciones más simples representan una sola figura en el centro, aunque cuando se integran representaciones adicionales cada grupo debe garantizar su identidad y posición de acuerdo con las prescripciones pictóricas.

 

Para dibujar las figuras de un thangka, el artista debe ser experto en las medidas y proporciones de budas, bodhisattvas, deidades, demonios y animales, tal y como manda la iconografía budista. Las matrices más que una limitante son una herramienta muy útil, pues el budismo tibetano incluye en su cosmovisión miles de figuras diferentes. Ningún artista, por muy experimentado, puede conocer todas las características de cada una, por lo que las cuadrículas ayudan en la labor, pues cada segmento de la cuadricula mantiene una relación fija con los demás por razones tanto místicas como prácticas. En el esquema básico, la cuadrícula incluye una vertical central y dos diagonales que intersectan en el centro de la imagen, generalmente en el «tercer ojo», el necesario para percibir más allá de lo que se podría con la vista ordinaria. Dependiendo del tipo de imagen se agregan círculos y líneas de conexión para mantener una proporción conceptual y contrastar la figura principal del fondo o de otros grupos representados. Una vez que los contornos a lápiz se han realizado correctamente se marcan con un pincel fino y luego, con pigmentos naturales mezclados con cal y gluten, se pinta el interior comenzando por el fondo y terminando con los detalles sutiles sobre las figuras principales. Finalmente, al thangka se le añade un paño de seda como cortina protectora.


Cuadrículas thangka

 

A pesar del estricto canon que debe respetarse para pintar un thangka, la tradición ha evolucionado a lo largo del tiempo. Si bien algunos monasterios continúan capacitando a lamas en esta forma de arte, la mayoría de los pintores ahora son artesanos que han recibido capacitación y que producen estas pinturas tanto con fines religiosos como comerciales. Hoy las pinturas thangka no sólo sirven como objetos venerados, sino también como elementos decorativos para personas con la sensibilidad suficiente para apreciar el color que tiene una formación artística que ha sobrevivido trece siglos.

 

Si usted, apreciado lector, es un viajero perspicaz que desea develar secretos milenarios como el que ocultan los thangkas, por favor no se detenga en su misión. Si tiene un viaje en puerta y desea desarrollar una mirada educada para distinguir la belleza oculta detrás de la obviedad dé clic aquí. Que el conformismo no decolore su mundo, querido lector.

 


 


Aprende más:

 

 

Fuentes:

Dharmapala Thangka Centre. 2024. Sketching of Thangkas. Último acceso: 2 de julio de 2024. https://thangka.de/Icono/sketching/sketching.php#image2 

Map Academy. 2022. Thangka. 21 de abril. Último acceso: 2 de julio de 2024. https://mapacademy.io/article/thangka/ 

Norbulingka Institute of Tibetan Culture. 2024. Thangka painting. Último acceso: 02 de julio de 2024. https://norbulingka.org/pages/thangka-painting-traditional-buddhist-art 

 

 

Tara Azul, del siglo XIX, el Tíbet

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