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La Batalla de Mohács

Autor: Fermín Beguerisse Hormaechea


Batalla de Mohács 1526, de Bertalan Székely (1866)



En el vasto tablero político de Europa del siglo XVI, una amenaza creciente se cernía sobre el reino de Hungría. Mientras las tensiones entre los otomanos y los húngaros alcanzaban un punto álgido, pocos imaginaban que una batalla de apenas dos horas sellaría el destino de una nación y alteraría para siempre el equilibrio de poder en el continente.



Todo comenzó con una exigencia: el sultán Solimán el Magnífico reclamó tributos al debilitado reino de Hungría. Pero la negativa del joven rey Luis II desató la tormenta. Solimán, un estratega formidable y líder de un imperio en expansión, no vaciló. Desde Constantinopla marchó hacia el norte con un ejército de 65,000 hombres, arrasando todo a su paso. Tomó Belgrado y, con brutal eficiencia, ejecutó a 500 prisioneros antes de dirigir su mirada hacia las fronteras húngaras.



Ahora bien, setenta años antes, Hungría había sido una potencia respetada bajo el liderazgo de Juan Hunyadi y su hijo Matías Corvino. Su invencible Ejército Negro había inspirado temor en Europa. Sin embargo, esa gloria era ahora un eco lejano. La mala administración de Vladislao II y su sucesor, Luis II, junto con una economía tambaleante, habían reducido al reino a una sombra de su antigua fuerza. Cuando las tropas otomanas cruzaron los ríos Sava y Drava sin resistencia, la vulnerabilidad de Hungría quedó en evidencia. El joven Luis II intentó reunir un ejército, pero sus esfuerzos fueron insuficientes. Sin esperar los refuerzos de Transilvania y Croacia, avanzó hacia el sur desde Buda. La falta de apoyo de sus súbditos checos y las fricciones internas entre los nobles debilitaban aún más su posición. Mientras tanto, los otomanos, liderados por el sultán y su brillante Gran Visir, Pargalı İbrahim Paşa, avanzaban con precisión letal.  



El 29 de agosto de 1526, en una planicie abierta que terminaba en el Danubio, ambos ejércitos se enfrentaron. Los húngaros, liderados por el arzobispo Pablo Tomori, intentaron resistir. A las 13:00, el primer ataque otomano fue rechazado, pero solo una hora después, la fuerza completa del ejército de Solimán lanzó su ofensiva. Los cañones y mosquetes turcos abrieron brechas en las filas húngaras, y la caballería pesada cristiana, símbolo de una era pasada, se convirtió en presa fácil para la artillería otomana. El caos se desató. Los soldados húngaros, atrapados entre los pantanos y el ejército enemigo, encontraron un destino cruel. Muchos, incluido el rey Luis II, perecieron ahogados bajo el peso de sus armaduras. En apenas dos horas, las fuerzas húngaras fueron aniquiladas y cerca de 500 nobles de alto rango murieron. La flor de la nobleza húngara desapareció en el campo de batalla, dejando al reino en una devastadora orfandad política y militar.


Rey Luis II de Hungría


Sultán Solimán el Magnífico


La muerte de Luis II sin herederos abrió una herida política profunda. Hungría se fragmentó y el conflicto dinástico sumió al reino en una guerra civil que duró más de una década, debilitándolo aún más frente al implacable avance otomano. De hecho, para 1541, gran parte del reino había sido absorbido por el Imperio Otomano. Este nuevo orden transformó a Hungría en un campo de batalla constante entre las fuerzas cristianas y musulmanas, prolongando su sufrimiento durante siglos.



La batalla de Mohács no fue solo un desastre militar; sino que también marcó el fin de una era con la llegada de una nueva forma de hacer guerra. Las armas de fuego y la artillería habían demostrado ser más decisivas que el valor y la tradición. En otras palabras, Mohács significó una tranformación que podríamos equiparar al avance tecnológico vivido en tiempos de la Primera Guerra Mundial, donde la innovación tecnológica igualmente revolucionó el quehacer bélico.



La batalla de Mohács dejó una cicatriz indeleble en el alma húngara, así como un recordatorio póstumo sobre el impacto que la tecnología puede tener en nuestro entorno, incluída las importantes transformaciones que puede desatar.



Querido lector, si nunca había ligado el hermoso destino turístico que es Hungría con los sultanes otomanos y la historia turca, esta es su señal. Permítamos ponerle color a cualquiera que sea su próximo destino de viaje y llevarlo más allá de lo que las “bonitas postales” muestran al turista común. Descubra cómo podemos hacerlo dando clic aquí.

 


 

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Fuentes:

 

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