La carta de oro del rey
- Compass.
- 29 may
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Autor: Fermín Beguerisse Hormaechea

Extremo de la carta de oro con incrustaciones de rubíes y el sello de Alaungphaya
En mayo de 1756, el rey Alaungphaya de Birmania envió una carta escrita sobre una lámina de oro con 24 rubíes incrustados al rey Jorge II de Gran Bretaña. Tomó dos años para que la carta, transportada dentro de un colmillo de elefante ahuecado, llegara a la corte del rey inglés. ¿Qué deseaba comunicar con tanto lujo el rey birmano?
Alaungphaya era el jefe de un pequeño pueblo en Birmania, hoy Myanmar, que consiguió consolidarse como el líder regional del norte del país, pero cuya ambición lo impulsaba a expandirse hacia el sur en manos del reino de Pegu; un reino apoyado por comerciantes franceses en el contexto de una rivalidad global entre Francia y Reino Unido durante el siglo XVIII. En este contexto, Alaungphaya envió cartas a representantes británicos y al rey inglés, buscando una alianza.
El sueño del rey Alaungphaya era conquistar el sur y resucitar al antiguo imperio birmano del siglo XVI. Mientras tanto, la prioridad de la Compañía Británica de las Indias Orientales (CBIO), era combatir y humillar a los franceses, cuya influencia en la India había ido en aumento y que habían forjado sólidas relaciones con el rey de Pegu desde su base en Pondicherry. Fue así que Alaungphaya, consciente de lo anterior, vio la posibilidad de un acuerdo que beneficiaria tanto a él como a los ingleses. Sin embargo, a cambio de su apoyo en la guerra, la CBIO deseaba algo que el rey birmano no estaba listo para ceder: un terreno en Pathein (Bassein), un importante puerto interior, donde los ingleses querían construir una empalizada y almacenar la madera de teca recolectada en el interior. Una pagoda budista se alzaba en el terreno y tendría que ser demolida. Además, los ingleses exigieron con insistencia la firma de un tratado que excluyera formalmente, entre otras estipulaciones, a sus competidores franceses del acceso a los puertos de Myanmar. En cierto modo, ambas peticiones le parecieron excesivas al rey birmano.
Para superar el obstáculo y acelerar el proceso de negociación, Alaungphaya tuvo la audaz idea de dirigirse directamente al rey británico Jorge II, pues suponía erróneamente que la Compañía Británica de las Indias Orientales estaba bajo sus órdenes. Con esto en mente, llamó a sus mejores artesanos y elaboró la carta más costosa jamás escrita. Se trata de una alargada lámina de oro que mide 54.7 por 8.5 centímetros, con un grosor de 0.2 milímetros y un peso de 100 gramos. En sus extremos hay 12 rubíes engarzados en cada lado, acompañados en el borde izquierdo por un octógono que enmarca la figura en relieve de un Hamsa, el ave sagrada que Alaungphaya adoptó como sello real. La carta fue enviada dentro de un colmillo de elefante ahuecado y éste, a su vez, fue introducido en una arqueta de madera pulidísima, barnizada con resina roja y decorada con incrustaciones de oro.

La Carta Dorada. El mítico pájaro Hamsa está representado a la izquierda.
Hay hileras de rubíes engastados a ambos lados.

Alaungphaya

Jorge II, por John Shackleton (1755–1757)
El texto de la carta, escrita en birmano y que se lee de izquierda a derecha, se reparte por una decena de líneas simétricas diciendo:
“El más glorioso [rey], señor de todos los soberanos con parasol de las ciudades reales de los myanma, shan, yuan, manipuri y talaing en los países de Sunāparanta, Tambadīpa y Kamboja, señor de las minas de rubíes, oro, plata, cobre, hierro, ámbar y piedras preciosas, maestro de los elefantes blancos, rojos y de diversos colores, portador de la lanza cakra de oro arindama, descendiente del linaje solar, señor del palacio dorado, gobernante de la ciudad de Ratanapura-Ava y de la ciudad de Konbaung conocida como Ayujjhapura, enviamos nuestros cordiales saludos al rey inglés […]
Para que nuestra amistad perdure hasta los tiempos de nuestros hijos, nietos y los descendientes del estimado rey inglés, hemos enviado a Su Excelencia, el rey inglés que gobierna la capital inglesa, esta carta real escrita sobre una hoja de oro, el décimo día de la luna creciente del mes de Kason del año 1118 de la era sakkarāj, un sábado.”
Ahora bien, dos años más tarde, cuando el rey Jorge II recibió la Carta de Oro en marzo de 1758, la situación política era completamente diferente de lo que había sido a principios de 1756. Alaungphaya había ganado la guerra, en gran medida sin cañones ingleses, había fundado una nueva dinastía y siguió expandiendo el territorio de su reino hasta su muerte en 1760. Se dice que Alaungphaya enfureció por la falta de respuesta y con buena razón; pero sus palabras escritas en oro se tornan profundamente trágicas cuando uno se percata que, tras el deseo de entablar una amistad con las lejanas islas británicas, 130 años después de que la carta fuera enviada, los británicos llegaron a Birmania no como comerciantes, sino como conquistadores y su reino fue literalmente donado como colonia a la bisnieta de Jorge II, la reina Victoria.
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