El secreto del obelisco
- Compass.
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Autor: Fermín Beguerisse Hormaechea

Obelisco de Luxor, en Place de la Concord
En 1828, el entonces virrey de Egipto, Mehmet Ali, donó dos obeliscos que estaban erigidos delante del Templo de Luxor a Francia. Aquello fue hecho en signo de buena voluntad a la Francia de Carlos X, el último rey Borbón de Francia y el último rey francés que tuvo una ceremonia de coronación. Uno de los dos obeliscos fue devuelto un siglo más tarde por el presidente François Mitterand, mientras que el otro aún permanece erguido adornando la majestuosa Place de la Concord en París; un monumento visto por millones de turistas al año, pero que desconocen el mensaje que oculta. Un mensaje encriptado que fue recién revelado.
El egiptólogo francés Jean-Guillaume Olette-Pelletier, profesor en la Universidad Paris-Sorbonne y en el Instituto Católico de París, recién ha descubierto una serie de inscripciones ocultas en el obelisco de la Plaza de la Concordia; y es que incluso en su tiempo, hacia el siglo XIII a.C., pocos podían leerlos. Existían dos tipos de escrituras en el antiguo Egipto, una conformada por jeroglíficos comunes y otra por jeroglíficos cifrados a manera de escritura que solo la élite del reino conocía. “Esos mensajes eran considerados un lenguaje de los dioses”, afirma Jean-Guillaume Olette-Pelletier.
Para poder descifrar el mensaje encriptado en el obelisco de Place de la Concorde, el experto aprovechó los andamios que rodeaban al gigante de piedra durante los preparativos de los Juegos Olímpicos de 2024. Su solicitud de estudio fue aceptada por el gobierno de París y aquello lo volvió el primer egiptólogo desde el famoso historiador Jean François Champollion que accedía a la cima del monumento. ¿Qué fue lo que descubrió? Un texto que se remontaba a tiempos de Ramsés II.
Con una duración de 66 años, el reinado de Ramsés fue uno de los más largos de la historia egipcia. Expandió Egipto aún más hacia el sur, el oeste y el este. Allí se enfrentó a los hititas (cerca de Turquía). La paz con los hititas y la expansión territorial de Egipto ayudaron a Ramsés a forjar una economía sólida. El poder de Egipto alcanzó su máximo esplendor bajo el reinado de Ramsés el Grande; sin embargo, su acceso al trono pasó por un momento de crisis, donde varios dudaban de su legitimidad como faraón.

Ramses II (British Museum)
En la tradición faraónica, el rey es una divinidad terrenal electa desde nacimiento. Pero Ramsés II era ya un adolescente cuando Seti I accedió al trono y no podía atestiguar ese nacimiento divino. Por eso, en el segundo año de su mandato, el faraón modificó su nombre de Usermaatra («el poderoso y justo de Ra”) a Setepenra («elegido de Ra”), vinculándose así al dios sol. Esta modificación está inscrita en las caras del obelisco de la Concordia y permite demostrar que el monumento se hizo en dos fases, una antes del segundo año de su reinado y otra justo después. De igual forma, el jeroglífico muestra a Ramsés realizando una ofrenda al dios Amón. Fue así que, con la legitimidad que los dioses le proveyeron y mediante un mensaje encriptado solo claro para la élite, el faraón recuerda inmediatamente a quienes tienen el poder de derrocarlo que fue elegido por los dioses para reinar en un Egipto unificado.
Así, el obelisco que hoy se yergue en el corazón de París no es solo un vestigio de piedra tallada, sino un testimonio silencioso de poder, legitimidad y divinidad. Ahora, ante los ojos de millones que lo contemplan sin saberlo, el faraón sigue proclamando su derecho divino al trono. Un mensaje eterno, oculto a plena vista.
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