Vaya valle vallado
- Compass.
- 8 may
- 7 Min. de lectura
Autor: Guillermo Beguerisse Hormaechea
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La palabra geopolítica últimamente se ha puesto de moda. Entre noticias de esferas de influencia política, multipolaridad, alianzas y marcos comerciales, todo esto puede parecer algo nuevo y de un mundo globalizado, pero, en realidad, hay regiones en el planeta que siempre han sido y siguen siendo un caos geopolítico digno de sorpresa. Esta es la historia de una región en que la geopolítica no se ha podido arreglar en más de veinticinco siglos.

Mapa de la ubicación del valle de Ferganá, vía Enciclopedia Británica
El valle de Ferganá es una de las zonas más fértiles y pobladas de Asia Central. Por ello es una de las más volátiles. Abarca lo que hoy conocemos como Uzbekistán, Kirguistán y Tayikistán; sin embargo, esta región siempre ha sido un punto de tensiones étnicas, comerciales e imperiales. Estos desafíos están profundamente enraizados en su geografía, la cual ha moldeado su historia y sociedad. Al noroeste, la cordillera de Ferganá llega hasta las montañas de Tien Shan, una de las más altas de Asia. En el sur del valle ocurre algo similar pues la cordillera de Alay actúa como barrera natural. Además de estos bordes escarpados, tanto al este como al oeste se extienden desiertos enormes. El valle es un pequeño jardín regado por los ríos que bajan de las montañas y fertilizado por los vientos arenosos provenientes del desierto, por lo que es la única zona cultivable de la región y eso siempre ha tentado a los imperios que han querido expandirse por Eurasia.
Las tropas de Alejandro Magno llegaron a Ferganá en el siglo IV a.C. El conquistador reconoció su importancia estratégica y ahí fundó una de sus Alejandrías, Alejandría Escate, o «la más lejana», cuyos restos quedan en la ciudad de Juyand en Tayikistán. Según el historiador romano Quinto Curcio, el calor de las estepas uzbecas hacía que «las arenas resplandecieran» y que «todo ardiera». Por lo que no es de extrañar que Alejandro, después de conquistar Samarcanda, no pudiera avanzar mucho más y cambiara de rumbo hacia el río Indo. No fue sino hasta el siglo II a.C. que la dinastía Han de China logró superar las condiciones extremas del desierto de Taklamakán y las montañas de Tien Shan para finalmente abrirse paso por el valle de Ferganá e iniciar la Ruta de la Seda. Además de la valiosísima seda china, también las especias, el incienso y las maderas procedentes del extremo oriente llegaban a los caravasares de Ferganá —una práctica que aún continúa, en menor escala, desde luego— con dirección a los mercados occidentales. Un producto surgido de Ferganá fueron los «caballos celestiales», una raza tan admirada en China por su fuerza que llegaron a ser inspiración para pinturas, esculturas y poemas en la corte imperial.

Mezquita en el valle de Ferganá, foto de Slava Myronov
El valle eventualmente fue conquistado por los árabes en el siglo VIII, después por Gengis Kan en el XIII y eventualmente por Tamerlán en el siglo XIV. Durante el mandato del Imperio Timúrida, en la ciudad de Andiyán, en 1483 nació Babur, el fundador del Imperio Mogol en la India. Tras la repentina muerte de su padre, con apenas doce años se convirtió en el gobernante del valle de Ferganá. A pesar de su juventud, intentó en varias ocasiones conquistar la ciudad de Samarcanda, aunque nunca lo logró. Por ello, decidió tomar la ruta que siglos antes tomó Alejandro Magno y viró hacia el norte de la India, donde sí tuvo éxito y fundó la dinastía mogol.
En los siglos posteriores a la caída de los timúridas, la región siguió experimentando transformaciones políticas, avances de ejércitos, comerciantes, gobernantes y todo tipo de religiones, filosofías y tradiciones. Para el siglo XVIII, el turno lo tenía el Kanato de Kokand, una rama de la dinastía Ming de China. En su apogeo, el kanato se extendió más allá del valle de Ferganá e incluyó tierras que hoy son Uzbekistán, Kirguistán, Tayikistán y el sur de Kazajistán. Así que muy pronto llamó la atención de un pez más grande: el Imperio Ruso. En 1865, las fuerzas rusas capturaron Taskent, uno de los principales centros urbanos del kanato y tan sólo tres años después el Kan Khudayar firmó un tratado con los invasores que redujo su reino a un rincón al oeste de Ferganá. Una revuelta popular obligó a Khudayar a buscar el apoyo militar ruso y al año siguiente el ejército terminó de anexarse toda la región, disolvieron el Kanato y el valle se unió al Turkestán ruso con el nombre de provincia de Ferganá. Esta región formó parte del Imperio Ruso hasta la década de 1920, cuando se integró a la Unión Soviética.

Calle en el valle de Ferganá, foto de Slava Myronov
Durante la época soviética, las repúblicas de Asia Central se organizaron bajo los ideales de Stalin de «divide y vencerás». Así que, para debilitar las identidades locales y evitar algún tipo de unidad regional, Iósif deliberadamente creó un remolino de fronteras y el valle de Ferganá quedó dividido entre tres repúblicas soviéticas. Tras la disolución de la URSS en 1991, esa maraña de fronteras se convirtieron de un día para otro en fronteras internacionales entre Uzbekistán, Kirguistán y Tayikistán. Los límites artificiales creados por Stalin cruzaban el valle dejando enclaves étnicos separados y rodeados por los territorios de otras etnias. Así cada uno de estos tres países acabó teniendo pequeños territorios dentro de las fronteras de su vecinos en una de las zonas más deseadas de la región. ¿Qué podría salir mal?

Seis Enclaves y exclaves en las zonas fronterizas de
Tayikistán, Kirguistán y Uzbekistán tras la independencia, mapa de Hermann Kreutzmann
Se contabilizan al menos seis enclaves repartidos entre los estados postsoviéticos, aunque el número exacto sigue siendo incierto, ya que algunos territorios son muy pequeños y los acuerdos entre los Estados no siempre son transparentes. La zona es mayoritariamente musulmana y está habitada por uzbecos, tayikos y kirguises, a menudo mezclados y sin coincidir con las fronteras actuales, y a los cuales también se añaden minorías rusas, kashgaríes, kipchak, judíos bukhari y romaníes, todos los cuales tienen intereses históricos, económicos y estratégicos en la región.
El valle de Ferganá, por su suelo fértil y rutas de transporte —escasas, pues deben cruzar hostiles terrenos montañosos—, es un punto focal para los gobiernos de los tres países. Las negociaciones entre ellos suelen ser tensas, repletas de reclamos históricos e incendiadas con apelaciones culturales y raciales, y ocasionalmente escalan a enfrentamientos fronterizos en regiones en las que nadie sabe de qué país es el suelo que pisa. Por ejemplo, en los años 90, Uzbekistán tuvo un conflicto fronterizo con Kirguistán e intentó apropiarse del enclave kirguís de Barak cortando el acceso por carretera. Eso llevó a Kirguistán a trasladar a sus ciudadanos y a sacarlos de sus hogares. Otro ejemplo es el de Sarvak, un enclave de Tayikistán en Uzbekistán, en donde durante la década de los 2000 ocurrió un atentado terrorista y por el que Tayikistán decidió cerrar temporalmente su frontera con Uzbekistán dejando aislado a Sarvak. Imagínese, querido lector, tratar de conseguir un visado para viajar entre países porque la carretera que lo lleva de su casa a su trabajo necesariamente pasa por un enclave de una nación, por decir poco, no amistosa. Esa ha sido por mucho tiempo la vida de las personas que viven en el valle de Ferganá.

Ajedrecistas en el valle de Ferganá, foto de Slava Myronov
Las relaciones entre Uzbekistán y sus vecinos han mejorado, principalmente con Kirguistán gracias a la delimitación más precisa de las fronteras y los enclaves de cada uno. Aunque las relaciones entre Kirguistán y Tayikistán siguen siendo tensas debido a disputas por recursos hídricos, carreteras, y el control del cruce ilegal de personas y la lucha contra el narcotráfico. Aun así, gracias al diálogo y al histórico gusto regional por el comercio, hoy el valle de Ferganá se ha abierto al turismo. Con limitantes, es cierto, pero cada vez es más sencillo viajar y moverse en la región gracias al diálogo y al comercio. Si bien no todos los enclaves se pueden visitar o cruzar sin miramientos, transitar por el valle se ha vuelto más sencillo y las relaciones entre los tres países vecinos se han ido normalizando.
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Fuentes:
Caravanistan. 2024. Ferghana Valley enclaves. 27 de diciembre. Último acceso: 22 de abril de 2025. https://caravanistan.com/kyrgyzstan/south/ferghana-valley-enclaves/.
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Guida dell'Asia Centrale. 2024. Fergana Valley Enclaves. 7 de octubre. Último acceso: 22 de abril de 2025. https://central-asia.guide/central-asia-guide/ferghana-valley-enclaves/.
Kabdygali, Talgat. 2024. The Ferghana Valley: Navigating Complex Challenges in Central Asia’s Most Volatile Region. 30 de septiembre. Último acceso: 22 de abril de 2025. https://timesca.com/the-ferghana-valley-navigating-complex-challenges-in-central-asias-most-volatile-region/.
Kreutzmann, Hermann. 2013. «6 Enclaves and exclaves in the borderlands of Tajikistan, Kyrgyzstan and Uzbekistan after independence.» ResearchGate. https://www.researchgate.net/figure/Enclaves-and-exclaves-in-the-borderlands-of-Tajikistan-Kyrgyzstan-and-Uzbekistan-after_fig6_326803433.
Kurbanov, Bekhruz. 2025. Fergana Valley. 16 de enero. Último acceso: 22 de abril de 2025. https://kalpak-travel.com/blog/fergana/#:~:text=The%20Fergana%20Valley%20is%20one,for%20encounters%20with%20powerful%20civilizations.
Myronov, Slava. 2014. «Fergana Valley 2014.» https://www.flickr.com/photos/slavamy/. Jersón.
Pontini, Alice. 2025. Fergana Valley, the most wooed of the Silk Road. Último acceso: 22 de abril de 2025. https://alicepontini.com/along-the-silk-road/fergana-valley-the-most-wooed-along-the-silk-road.
Schulz, Dante. 2021. Mapping Central Asian Enclaves. 3 de diciembre. Último acceso: 22 de abril de 2025. https://www.caspianpolicy.org/research/security-and-politics-program-spp/mapping-central-asian-enclaves.
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