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«Aquiles» en Kirguistán

Autor: Fermín Beguerisse Hormaechea


Estatua ecuestre de Manas


En lo profundo de Asia Central se encuentra una epopeya que ha resistido el paso del tiempo, una narrativa que encarna el espíritu y la identidad del pueblo kirguís. La «Epopeya de Manas», un poema épico en versos, se dice que tiene más de mil años de antigüedad y relata las aventuras de Manas, un líder tribal en Asia Central. A veces llamada la «Ilíada de las estepas», esta historia ha sido transmitida oralmente a lo largo de generaciones por los  «contadores de Manas» o manaschis, personas que, según la tradición, comienzan esta profesión de narradores tras haber sido sorprendidos en sueños por el espíritu de Manas, un «Aquiles» kirguís digno de recordar.

 


Existen muchas versiones de esta historia, y no fue plasmada en tinta y papel sino hasta la década de 1920; sin embargo, todas las versiones, incluyendo la más reciente, sitúan los sucesos en un período en el que los kirguises fueron exiliados de sus tierras nativas en la región del lago Baikal, en la Rusia actual, por guerreros de la antigua China. Esta invasión los obligó a trasladarse al territorio de Altái, donde convergen la actual Rusia, Kazajistán, Mongolia y China. Fue aquí donde nació Manas.





Desde muy temprana edad, Manas mostró habilidades extraordinarias y una gran fuerza, así como liderazgo y generosidad. Su fama se extendió más allá de Altái y llegó a los oídos del emperador chino, quien no dudó en enviar un ejército de guerreros para matarlo. Ahora bien, Manas no solo logró repeler a los chinos, sino que también consiguió unir a los kirguises y recuperar sus tierras nativas; actos que lo volvieron el héroe legendario más importante de Kirguistán y alrededor del cual gira toda una narración fundacional.

 


Tras la muerte de Manas, las tribus kirguisas fueron lideradas por sus hermanos menores Abyke y Bobosh. Ambos querían casarse con Kanykey, la viuda de Manas, pero ella escapó con su hijo Semetey a Bujará, donde su padre gobernaba como kan. Semetey creció sin saber que era hijo de un héroe legendario, pero una vez que descubrió la verdad sobre su origen decidió recuperar las tierras kirguisas. El hijo de Manas demostró los dotes de su padre en batalla y consiguió derrotar a sus tíos; sin embargo, no consiguió ganarse la confianza de 40 antiguos compañeros de su padre. Semetey, ante la negativa de servirle, decidió decapitarlos a todos.

 


Acto seguido, la tercera parte de esta epopeya kirguisa, llamada «Seytek», trata sobre la lucha de los kirguises contra varios enemigos locales, pero particularmente narra las luchas y aventuras de Seytek, nieto de Manas. Similar a la historia de Semetey, la historia habla de su crianza en un campamento ajeno al clan de su abuelo y, por lo tanto, el desconocimiento de su origen. Una vez alcanzada la madurez, Seytek hereda el heroico pasado de su familia, vuelve a su pueblo y consigue triunfante la unificación de los kirguises, así como la restauración de la paz entre los suyos.

 




Como verás, querido lector, la «Epopeya de Manas», aún y con sus distintas versiones, siempre refleja la aspiración del pueblo kirguís de unirse, encontrar paz y reclamar su territorio. Describe numerosos actos de heroísmo, presenta muchas batallas y da un mito fundacional a este pueblo autóctono de las estepas de Asia Central.

 


Y tú, ¿reconoces los mitos fundacionales de tu país? ¿Consideras que existe valor en la fusión de mitos y hechos verídicos para forjar identidades compartidas? Después de todo, los mitos pueden sacar a la luz significados profundos que difícilmente lograríamos escrudiñar con meros hechos.

 



 


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