Autor: Fermín Beguerisse Hormaechea
Ermitaño con huerto y paisaje lejano - Jan Brueghel the Elder
Hoy en día la idea nórdica de adornar los jardines con un gnomo, aquellos seres mitológicos barbados que moran bajo tierra trabajando minas y custodiando tesoros, se ha viralizado en sobremanera migrando a otras culturas. No obstante, en su último libro “The Hermit in the Garden: From Imperial Rome to Ornamental Gnome”, Gordon Campbell, profesor de Estudios del Renacimiento en la Universidad de Leicester, revive una práctica similar que se viralizó entre la aristocracia y la nobleza británica de los siglos XVII, XVIII e incluso XIX: ¡contratar ermitaños reales para habitar grandes jardines!
Previo a esta particular moda británica, Gordon Campbell sugiere que San Francisco de Paula fue uno de los pioneros de esta moda, viviendo como ermitaño a principios del siglo XV en una cueva en la finca de su padre. Es más, posteriormente, ya como ermitaño, sirvió como confidente y consejero del rey Carlos VIII de Francia. Desde entonces, en toda Francia, los duques y otros señores feudales a menudo construían pequeñas capillas o cabañas dentro de sus propiedades para tener a uno o dos ermitaños como residentes a los que acudir en necesidad de algún consejo.
Al poco tiempo, esta práctica cruzó el Canal de la Mancha y llegó a la Inglaterra “tudor”. Aún se recuerda cómo en la década de 1590-1600, Sir William Cecil y Sir Robert Cecil recibieron a la reina Isabel I en la Theobalds House, cerca de Londres, con entretenimientos a cargo de un ermitaño que dirigió estas palabras a su majestad:
"Mi señora soberana y graciosa reina: no se disguste porque alguien tan mal vestido se atreva a interponerse con tanta valentía en el camino: el que conduce a esta casa se considera servidor suyo".
Como es de esperar, la apariencia de los ermitaños no siempre era la mejor. En su libro, Campbell cita un anuncio de 1797 en el que se leía:
“el ermitaño nunca debe abandonar el lugar ni mantener conversación con nadie durante siete años; durante los cuales no debe lavarse ni limpiarse en cualquier forma, sino dejar que su cabello y sus uñas, tanto en las manos como en los pies, crezcan tanto como la naturaleza lo permita”.
La rigurosidad con que se acataban estos requerimientos para un puesto de ermitaño podía variar. No obstante, aquella descripción de empleo otorga una buena idea de la apariencia promedio; una que cualquier ermitaño debía cumplir si deseaba gozar de un sueldo de 700 libras esterlinas al año (así es ¡$125,000 dólares actuales!).
Pero, ¿cuál era realmente el rol del ermitaño? Verás, querido lector, los ermitaños debían vestir como druidas, pasar sus días en contemplación, leyendo, escribiendo, y añadiendo un aire místico al jardín de una familia noble con gustos refinados. El objetivo era que el ermitaño encarnara el ideal romántico de una vida solitaria y contemplativa, para que todo aquel que paseara por el lugar se sintiera parte de una pintura fantástica y melancólica. Ahora bien, también existían algunas familias que no podían costear mantener a una figura quimérica durante todo el año, pero aquello no figuraba un problema, pues una práctica que también se viralizó entre la alta sociedad inglesa fue tan solo representar la presencia de un ermitaño poniendo dentro de una pequeña cabaña en el jardín, una mesa, una silla, unas gafas para leer y algún texto clásico que sugiriera la estancia de uno.
River Landscape with Elements of the English Garden at Caserta - Jacob Philipp Hackert (1737-1807)
Sin duda, la idea romántica del druida contemplativo añadía misticismo a los jardines ingleses embellecidos con algún lago artificial, puentes, flora y fauna silvestres, recreaciones de templos clásicos y ruinas góticas. Todo aquello diseñado para recrear un paisaje pastoral idílico alrededor de una fastuosa mansión. Empero, en el trasfondo a veces se perdía el encanto, tal y como sucedió cuando Sir Charles Hamilton contrató a su propio ermitaño para habitar Painshill Park y a las tres semanas lo despidió por encontrarlo borracho en un bar local.
Unos gnomos un tanto particulares ¿no lo crees? ¿enviarías una solicitud para un empleo como este?
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