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El músico maligno

Autor: Guillermo Beguerisse Hormaechea


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¿Qué darías a cambio de ser experto en algo? ¿Venderías tu alma? Esta es la leyenda del hombre que recibió el don de la música tras un pacto siniestro.

Robert Johnson


La historia fáustica del hombre adolorido que hace un trato con un ser obscuro es un motivo recurrente en la mitología. Esta tradición resuena a menudo en el mundo de la música; siendo uno de sus casos más antiguos, del siglo XIX, el de Paganini, cuya música se creía demoniaca. Pero ninguno ha sido tan perdurable como el de Robert Johnson.



Este hombre nacido en 1911 tuvo una enorme influencia en músicos que cincuenta años después estaban cambiando la música popular, tales como Bob Dylan, Keith Richards, Robert Plant y Eric Clapton. Nacido en Misisipi, Robert aspiraba a ser músico de blues, y frecuentaba los lugares en los que tocaban las leyendas del delta. A pesar de tocar la armónica decentemente, ambicionaba tocar la guitarra, aunque lo hacía muy mal. El público le pedía que se callara y los dueños de los lugares terminaron por echarlo. A partir de entonces Johnson desapareció y nadie lo volvió a ver en la región por un año.



Una noche, Johnson reapareció con una guitarra a la espalda. La gente lo recordaba como el chico que no podía tocar, pero esta vez todo fue diferente. Con una guitarra normal de seis cuerdas a la que le había equipado una séptima, demostró una habilidad extraordinaria y una técnica inusual. Todos se preguntaban cómo el expulsado había vuelto como el guitarrista de blues más talentoso que habían visto. La respuesta les pareció evidente: Johnson había hecho un pacto con el diablo.



La leyenda cuenta que Johnson llevó su guitarra al cruce de las carreteras 49 y 61 en Clarksdale, Misisipi. Ahí vio a un hombre que se ofreció a afinarle la guitarra a cambio de su alma. Sustentado en el sincretismo religioso de la región, las encrucijadas eran el lugar para hablar con los espíritus. Además, el blues en la época era considerado música maligna porque tentaba a los piadosos a bailar, beber y compartir caricias. No había otra explicación para el talento sobrenatural de Johnson que un trato infernal.



De hecho, Johnson no fue el primer blusero al que le adjudicaron tratos demoniacos, se rumoreaba que un intérprete anterior llamado Tommy Johnson (no relacionados) había intercambiado su alma por habilidad guitarrística. Incluso se decía que el mentor de Robert Johnson, Ike Zimmerman, practicaba con su guitarra en los cementerios a medianoche. Cuando le transfirieron la historia, Robert Johnson, hizo poco para disipar el rumor. De hecho, pudo haberlo cultivado. De las pocas canciones que Johnson grabó, antes de ser envenenado a los 27 años, algunas tienen títulos como "Cross Road Blues", "Hellhound on My Trail", "Me and the Devil Blues" y "Up Jumped the Devil".



Más allá del aura maligna en la que se envolvió, su música es brillante, única y con mucha razón venerada. Cuando sus grabaciones resurgieron influyeron en casi todos los guitarristas que tocaron blues y rock durante los sesentas, con la herencia que esto significa hasta nuestros días. Sea real o no esta historia, es un ejemplo más de cómo hasta la fecha la música se envuelve en una mitología propia apoyándose en el inconsciente colectivo para darle mayor fuerza a su mensaje.



¿Tú que crees que haya sucedido en ese cruce de caminos? ¿Conoces alguna otra historia real que se haya enriquecido por medio de la mitología?



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Aprende más:

Cross Roads blues – Robert Johnson


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