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El Papa con frío

Actualizado: 22 ago 2020

Autor: Guillermo Beguerisse Hormaechea

[David, Detalle de La consagración de Napoleón,1807]


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Así que has vuelto. ¿Tienes ganas de algo distinto? Esto te dejará con una sonrisa.


El 2 de diciembre de 1804 Napoleón Bonaparte se coronó a sí mismo como emperador de Francia. Unos instantes después, invistió a su esposa Josefina como emperatriz. Este acontecimiento sucedió en la catedral de Notre Dame en París y quedó plasmado en una monumental pintura por el artista Jacques-Louis David. Sin embargo, hacer una pintura de 10 metros de ancho y 6 de alto no es una faena fácil.


David estuvo presente durante la ceremonia, haciendo bosquejos y estudios de las distintas personas que rodeaban al emperador en ese momento. Posteriormente, en su estudio, reacomodaría a los asistentes en el espacio de la catedral, añadiendo dramatismo, modificando detalles, cambiando proporciones para hacer más imponente la escena y, sobre todo, haciendo los ajustes que el nuevo emperador designaba. Así fue como en la pintura fue incluida la madre de Napoleón, quien no asistió a la ceremonia por estar en desacuerdo –ganas de llevar la contraria, supongo-.


Igualmente, en la pintura original, Napoleón era retratado mientras se colocaba él mismo la corona ante los ojos incrédulos del Papa Pio VII, aletargado con las manos en el regazo. Por órdenes específicas de Napoleón, esta escena se modificó. Primero, en lugar de ser plasmado coronándose altivamente, pidió que se le pintara nombrando emperatriz a su esposa, tratando de dar una imagen de autoridad a la vez que de magnanimidad con fines de propaganda política. Incluso hoy se puede ver en la pintura en el Louvre las marcas veladas del cambio.


En segundo lugar, quería que Pío VII quedara captado con un delicado equilibrio entre una figura de validación, como la tradición indicaba (recuerda que antes los Papas eran quienes coronaban a los reyes en nombre de Dios), así como lo suficientemente caduco e irrelevante en una nueva época postrevolucionaria en donde la Iglesia no estaría por encima del gobernante.


Fue así que pidió a David que le mostrara los estudios que había hecho de Pío VII. El emperador no esperaba lo que vería. El pintor, siguiendo la escuela clásica, tenía una sorpresa para él. La costumbre dictaba que los estudios se hicieran de manera anatómica, es decir, que la ropa se les añadía una vez que la figura humana había sido puntualizada en dibujo. Fue así como David mostró un Pío VII completamente desnudo, sentado como espectador de la coronación del gran conquistador. Napoleón, al ver la figura desnuda, le dedicó unos segundos de estupefacción para dar una sencilla orden a David:


“¡No hice al Papa venir todo este camino para no hacer nada!"


Así fue como un Pío VII desnudo se quitó las manos de las rodillas, se puso ropa adecuada y levantó sin mucha autoridad estatal las manos, para dar una bendición al nuevo monarca de Europa.



[David, Estudio del Papa Pio VII desnudo, 1805]


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Fuentes:

 


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