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Especial Domini Canis-Patrono del navegante

Autor: Esteban Soní Rico

Marineros y el Fuego de San Telmo [Imagen 1]


Así como la llama de Santo Domingo, cada uno de sus frailes ha corrido iluminando el mundo de una manera especial, pero todos como una sola jauría, todos bajo el mismo carisma de la predicación del mensaje evangélico. En este caso particular, por medio de un fuego que ilumina el camino en la obscuridad.



Pedro González nació alrededor de 1190, en Fromista, un pequeño pueblo de la provincia de Palencia (España). Provenía de una familia noble y en ella comenzó su educación, la cual completó en la escuela monástica de los benedictinos, donde estudió el Trívium y el Quadrivium, la base de una buena educación en el medievo. Terminados sus estudios, fue ordenado presbítero y asignado a la Catedral de Palencia, donde llegó a ser canónigo. Después de su asignación, quiso celebrar su nombramiento con una fiesta, aunque ésta terminó más pronto de lo esperado cuando el caballo que montaba se desbocó y lo tiró en un lodazal. Tras las burlas y los comentarios que provocó el incidente, Pedro reconsideró su vida y buscó darle un nuevo rumbo, por lo que se retiró durante un tiempo para aclarar sus ideas; terminado el retiro decidió entrar al convento dominicano de Palencia en 1220.




Tiempo después, el rey de Castilla, Fernando III (1199-1252), lo nombró su capellán, esto debido a la gran labor religiosa que ejercía. Por lo mismo, cuando el rey emprendió la cruzada contra los moros de al-Ándalus, Pedro lo acompañó y se dedicó a hablar acerca de Dios con los habitantes de los pueblos de las costas; un fraile dominico haciendo lo que mejor sabía hacer: predicar. No obstante, Pedro se dio sobretodo a la tarea de llevar la confesión a la gente, dedicando largas horas en el confesionario para que todos pudieran reconciliarse con Dios. Incluso se cuenta que los navegantes le tenían gran admiración, pues además de realizar numerosos milagros para los marineros, su simple presencia amainaba las tormentas. El fraile dominico se había hecho de tanta fama que comenzó a ser considerado por muchos como el “Patrono de los navegantes”; una reputación que perduró más allá del día de su muerte, el 14 de abril de 1240, ya que, además de ser canonizado por la Iglesia católica a mediados del siglo XVIII, también fue declarado oficialmente Patrono de navegantes y pescadores. Desde entonces es mejor conocido como San Telmo.



Para los marineros devotos de este Santo católico, no había signo más evidente de su presencia en sus embarcaciones que el “Fuego de San Telmo”, unas luces azules que aparecen en la punta de los mástiles durante las tormentas eléctricas. La ciencia nos explica que este símbolo de protección en los mares se refiere a un fenómeno físico producto de la electricidad que choca con el aire cercano al mástil, provocando la iluminación azul de éste, y también la alteración de las brújulas en los barcos debido a un cambio provocado sobre el campo magnético.


San Pedro González Telmo [Imagen 1] Grabado representando al Fuego de San Telmo [Imagen 2] y Fuego de San Telmo también en aviones [Imagen 3]


En la iconografía se representa a Pedro González Telmo vestido con el hábito de la orden dominica, llevando en la mano un cirio azul que representa al Fuego de San Telmo, o con un pequeño barco; a veces también alimentando a los pescadores. Entre la llamarada iniciada por Santo Domingo, sobresale el carácter especial de este particular Santo a quien aún se le puede ver iluminando las travesías de formidables marineros.



Y tú, ¿reconoces algún fuego que alumbre tus tormentas?



 


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