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Especial robos de arte: De millonarios a mendigos

Foto del escritor: Compass.Compass.

Autor: Guillermo Beguerisse Hormaechea


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Bienvenido al último artículo de este especial dedicado a los robos de arte más estrafalarios, curiosos y desconocidos de la Historia. Hoy terminaremos con uno de los más sonados por una mezcla de ostentación técnica e inexperiencia criminal.


Nationalmuseum de Suecia


Coches bomba, trampas, subfusiles automáticos, fuga en lancha rápida y tráfico internacional de arte. El atraco en el Museo Nacional de Estocolmo en el año 2000 parece más una película de acción con un presupuesto enorme que un hecho real. Tres hombres armados hicieron todo lo que estaba en sus manos —y su imaginación educada por Hollywood— para llevarse un botín valuado en cincuenta y cinco millones de dólares: los cuadros «Joven parisina» de Pierre-Auguste Renoir, «La conversación» del mismo pintor y un autorretrato de Rembrandt van Rijn.



El 22 de diciembre del 2000, dos coches bomba explotaron en los estacionamientos de un hotel cercano al Nationalmuseum de Suecia. La policía y los bomberos se movilizaron para controlar el incendio. Aprovechando el caos distractorio planeado, cinco minutos antes de que cerrara el museo, un hombre entró al vestíbulo armado con un subfusil y amenazó a un guardia a punta de pistola. Sus otros dos secuaces ya estaban adentro e hicieron lo mismo con otros dos vigilantes. En cuestión de minutos los ladrones tomaron las tres pinturas y huyeron. La policía que no estaba distraída conteniendo el caos de los señuelos bomba trató de perseguirlos, pero se encontró con el camino repleto de clavos que les reventaron las llantas. Para entonces, los ladrones ya escapaban en una lancha rápida por un canal cercano. Poco tiempo después la policía encontró la embarcación abandonada y ningún rastro de los atracadores o de las tres pinturas.


La conversación - Renoir



Pasó menos de un mes antes de que surgiera la primera pista. En enero del 2001, la policía local recibió una carta exigiendo un rescate de varios millones por los cuadros. La rechazaron. Ese mismo mes arrestaron a dos de los ladrones junto con un grupo de cómplices. Aun así, el museo se quedó con las manos vacías. No había señal de las pinturas. Sin embargo, dos meses después, en una redada antidrogas totalmente ajena a la investigación, se descubrió dentro de una bolsa «La conversación» de Renoir. El hallazgo fue inesperado, aunque, muy bienvenido, naturalmente. Aún faltaban las otras dos piezas y de ellas no se supo nada durante cuatro años más.


Joven parisina - Renoir


En el otoño del 2005, en la antítesis del frío Estocolmo, el soleado Los Ángeles, el FBI estaba investigando un sindicato del crimen búlgaro por tráfico de drogas. Así escucharon acerca del segundo Renoir, «Joven parisina». Según el bureau de investigación, el Renoir había sido contrabandeado a Estados Unidos a través del aeropuerto de Los Ángeles, y tras interrogar a uno de los jefes criminales, la investigación condujo a la devolución de la pintura. Y no sólo eso, también les dieron información valiosa sobre el paradero de la obra que aún faltaba. El Autorretrato de 1630 de Rembrandt estaba oculto en Dinamarca.


Autorretrato – Rembrandt


El FBI montó en Copenhague una operación encubierta en conjunto con las autoridades danesas. Un agente se hizo pasar por un comerciante de arte del mercado negro interesado en comprar el autorretrato. Para entonces ya habían pasado cinco años desde el atraco en Estocolmo y la pintura valuada en $42 millones de dólares los ladrones la estaban rematando en $100 mil. Tras semanas de negociaciones clandestinas quedaron en llevar a cabo el trato en una habitación de un hotel en Copenhague. Sin percatarse de que los vigilaban, tres ladrones llegaron al lugar y entraron a la habitación donde los esperaba el comprador. En la habitación contigua estaba un equipo SWAT listo para irrumpir y realizar los arrestos. Pero el cuadro no había llegado. Al agente le tomó un rato persuadir a los delincuentes que el efectivo en la maleta era real y no una falsificación. Hasta que estuvieron convencidos le llamaron a un cuarto cómplice. Este es quien cargaba el Rembrandt. El agente, tras asegurarse de la autenticidad del cuadro, dio señal al equipo SWAT y en segundos los ladrones quedaron inmovilizados contra el suelo.



Estos delincuentes que al principio parecían grandes estrategas de la élite criminal internacional resultaron sólo un grupo de bandidos con suerte que olvidó un detalle crucial. Nadie estaría dispuesto a comprar las obras robadas, especialmente tras aparecer en todos los periódicos como el botín de un atraco salido de la película más taquillera del año. ¡Ningún comprador se iba a echar encima a la policía tras un atraco tan divulgado! Ciertamente, tampoco el museo estuvo dispuesto a pagar un rescate y, como dijo el director interino en su momento, ni siquiera era por falta de intención, simplemente no tenían el dinero.



Aunque esta historia tiene un inicio vibrante y un final afortunado, recuperar todas las obras de arte robadas en un atraco es algo raro. En la mayoría de los casos, las obras de arte se destruyen, se venden, se abandonan en una bodega húmeda o simplemente nunca se encuentran. Aunque su elaborado plan permitió a estos ladrones escapar con las pinturas, la segunda parte del procedimiento involucraba tantas piezas que solo una tuvo que desmoronarse para que todo se derrumbara. De ahí la importancia de las acciones individuales. Si alguien puede ayudar, por poco que sea, es mejor que nada. Nunca se sabe cuándo un pequeño empujón puede hacer un cambio positivo o incluso desmembrar un grupo criminal. Hacer el bien y ayudar está en nuestras manos. No dejemos que los criminales crean que son más.



¿Conoces alguna otra operación policiaca que haya recuperado obras de arte de manera exitosa? ¿Has tratado de ver gracias a quien se inició un proceso de salvación? Te aseguro que está plagado de acciones individuales que suman para un gran resultado.



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