Autor: Guillermo Beguerisse Hormaechea
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Conoce a la mujer que conquistó e impulsó a músicos, pintores, escritores y arquitectos. Más que una musa, gasolina pura.
La tempestad o la novia del viento – Oskar Kokoschka
Esta pintura expresionista del pintor Oskar Kokoschka retrata el sueño vivido con una de las mujeres más brillantes de los movimientos artísticos de secesión: Alma Mahler.
Alma Margaretha Maria Schindler nació en Viena en 1879. Hija de Emil Schindler; un pintor paisajista favorecido por Rodolfo de Habsburgo, entonces heredero al trono; creció rodeada de artistas y siempre soñó con dedicarse a la música. Incluso antes de cumplir 20 años ya había compuesto 16 lieder.
Su padre murió cuando ella tenía trece años. El dolor desencadenó su independencia y en pocos años fue reconocida como una de las mujeres más cultas y creativas del imperio, totalmente alejada de la imagen de «mujer correcta» de la época. Se movió dentro del ambiente bohemio de la secesión de Viena, sedujo a personajes como Zemlisky, Olbrich y Thomas Mann, pero el único que pudo conquistarla fue el compositor Gustav Mahler.
Durante una velada vienesa, mientras todos elogiaban a Mahler por su música, Alma se acercó a él y le confesó: «Tu música no me gusta. No tiene estructura, le falta orden». Gustav la invitó a un ensayo de la Filarmónica de Viena para que viera cómo él entendía el equilibrio musical. En ese ensayo Alma se convenció que pronto se convertiría en Alma Mahler. Le declaró al compositor: «No es música alemana, es música judía. Estoy emocionada y se me caen las lágrimas». En 1902 se casaron, sin que ella supiera la renuncia que eso le implicaría. Gustav le hizo firmar un acuerdo comprometiéndola a abandonar la composición musical para dedicarse a las tareas propias de la época para una mujer casada. Ella lo hizo por amor, pero incluso después de haber tenido dos hijas con Gustav —María y Anna—, y de haber sido inspiración para el Adagietto de la sinfonía nº 5 y de diversos pasajes de las sinfonías 6 y 8 del compositor, siempre se sintió infravalorada.
Este sentimiento resultó en un amorío con el arquitecto Walter Gropius. Al enterarse del romance, Gustav quedó desecho y decidió acudir a consultas con Sigmund Freud. Optó por desvivirse por Alma, llenándole la casa de flores y finalmente permitiéndole componer, encumbrándola por su originalidad y recursos técnicos; pero ya era demasiado tarde, Alma ya no lo amaba. Gustav murió un año después de una endocarditis, una enfermedad cardiaca, digna para un hombre que murió de desamor.
Alma volvió a su relación con Walter Gropius, para entonces fundador de la Bauhaus. En este nuevo entorno artístico enfocado al diseño, aprovechó para ayudarlo con sus experimentos ópticos en materia de color y espacio. Aun así, Alma mantuvo en ese mismo periodo dos relaciones infructuosas con el biólogo Paul Kammerer y con el pintor Oskar Kokoschka. La relación con Kokoschka, corta y tumultuosa, la terminó por no querer arrinconarse únicamente al papel de musa. Tras el rompimiento, Kokoschka quedó sumamente dolido y decidió hacer una muñeca de tamaño real que le recordara a su amada y que llevaba con él a todas partes ante un incrédulo público. Cuando finalmente dejó a un lado a la muñeca, cerró el ciclo pintándose abrazado de la mujer de su vida en el cuadro «La tempestad».
Alma volvió con Gropius y en 1915 se casó con él. Un año después tuvieron a su hija, Manon. Lamentablemente terminaron divorciados tras cinco años de matrimonio. En 1929 se volvió a casar con Franz Werfel, un novelista judío con quien tendría que escapar de los horrores que se avecinaban bajo el Tercer Reich. Huyeron a Francia tras la anexión de Austria por Alemania. Al ser ocupada Francia tuvieron que huir a Estados Unidos con la ayuda de un periodista estadounidense en Marsella. Cruzaron los Pirineos, recorrieron España hasta llegar a Portugal y, desde ahí, a Nueva York. Terminaron por asentarse en Los Ángeles hasta la muerte de Werfel. Viuda, Alma se mudó a Nueva York, donde se forjó una reputación como referente cultural y artístico. Escribió sus memorias, Mein Leben, y editó las cartas de Gustav Mahler, de las que nunca pudo desprenderse. Pese a todas las relaciones que tuvo, siempre atesoró al compositor como el gran amor de su vida hasta su muerte a los 85 años.
Una mujer inquieta, referente cultural, capaz de amar al extremo y de vivir las pasiones más intensas, hoy es recordada por haber roto el molde de musa pasiva y convertirse en un catalizador para sus parejas. Su turbulenta vida fue resultado de su honestidad hacia sí misma, incluso cuando eso implicaba rectificar quién había sido antes. Si algo se puede decir de Alma Mahler es que ella nunca se traicionó. ¿Conoces algún otro personaje histórico que haya forjado su propio camino contra todo lo que se esperaba de él o ella?
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Alma Margaretha Maria Schindler
Aprende más:
Encyclopaedia Britannica. Alma Mahler. 07 de diciembre de 2020. https://www.britannica.com/biography/Alma-Mahler (último acceso: 02 de febrero de 2021).
Fuentes:
Corominas i Julián, Jordi. El embrujo irresistible de Alma Mahler, la mujer que fue Europa. 05 de diciembre de 2020. https://www.elconfidencial.com/cultura/2020-12-05/alma-mahler-biografia_2860448/ (último acceso: 02 de febrero de 2021).
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