Autor: Esteban Soní Rico
Somos una cultura de historia, de narración, la historia siempre ha estado presente en nosotros, los griegos y los romanos eran pueblos profundamente historiográficos, la cultura hebrea y cristiana, que también heredamos, son también profundamente narrativas. Todos los pueblos y culturas del mundo han contado su historia, su origen y su desarrollo, y actualmente se sigue haciendo; y aunque contar las historias siempre ha sido algo presente en nuestra cultura, o incluso en nuestro ser, porque la historia es algo profundamente humano, hay una historia por la que no siempre nos preguntamos, que es la de la historia misma, porque la forma de hacer historia también ha cambiado, desde lo que se cuenta, como el propósito, incluso la palabra misma de ‘historia’ tiene su historia.
Empezando por la palabra, se puede decir que es muy vieja, y a lo largo de los años ha cambiado un poco de significado; actualmente, por ejemplo, la define el diccionario como la narración y exposición de acontecimientos pasados. Asimismo, se le ha clasificado como una ciencia, pero en algún momento también como un arte.
La palabra ‘historia’ proviene del griego historía (ἱστορία), que significa aproximación o investigación, pero no está relacionada directamente con el pasado; Aristóteles, por ejemplo, escribió un libro que tituló Investigación sobre los animales (Περὶ τὰ ζῷα ἱστορίαι Peri ta zoa história), latinizado como Historia Animalium, y muestra las observaciones de Aristóteles sobre los animales. Además, la raíz de la palabra ‘histor’ (ἵστωρ) se traduce como ‘sabio’ o ‘juez’; de esta manera, la palabra en sí no tiene una dirección específica hacia la cual orientar la investigación, no encierra en sí misma ningún credo o enfoque específico, por eso hay historia de todo, todo conocimiento requiere una investigación, y la investigación puede abarcar desde sus orígenes hasta la actualidad del conocimiento. Por eso mismo, el historiador debe delimitar un punto particular para aplicar herramientas de investigación.
Mientras tanto, la forma de narrar, de contar los hechos ha cambiado. Si bien, la mayoría de las culturas tienen relatos que actualmente nos parecen fantásticos o inverosímiles, debido a la aparición de dioses, de creaturas o sucesos que no hemos visto y parecen ir en contra de las ciencias, no dejan de ser una forma de narrar su historia. Lo que cuentan esos relatos es la historia de un pueblo o una cultura, sus batallas, conflictos y decisiones, aunque maquillada, quizá, con cierta imaginación del o los narradores y redactores.
En la modernidad, por ejemplo, la tarea del historiador era considerada un arte, no una ciencia, porque la historia debía tener cierta belleza en el lenguaje, estética en la narración; se necesitaba cierta sutiliza y delicadeza en la narración, así como se necesita para componer o tocar música. Sin embargo, a finales del siglo XIX, empapados del positivismo, se le denominó ciencia y no arte, y se buscó imponerle un método y lenguaje especializado, como a la física, química o biología, dándole toda la importancia de la narración al contenido, dejando de lado la estética y sutilezas del lenguaje.
La manera de narrar la historia también cambia o depende de las intenciones del escritor, si representa a un grupo o a una nación. Depende si la historia es narrada por la sección dominante o la dominada; y si es la parte dominada, también cambia la manera de narrar la historia si se le busca dar una esperanza en el futuro con la narración.
La historia busca dar a conocer una investigación. Es conocida como la ciencia del pasado porque justamente trata de evitar que los conocimientos e investigaciones se vuelvan sólo cosas del pasado, trata de conservarlos todos, porque siempre hay algo que aprender.
Todos hemos contado una historia o hemos sido parte de una, y la historia busca mantener todo eso vivo, que no sea conocimiento sólo del pasado. Y tú, ¿cómo narras tu historia?
Historia vitae magistra (La historia es la maestra de la vida) ―Cicerón.
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Fuentes:
Bloch Marc (2001). Apología para la historia o el oficio de historiador. Fondo De Cultura Económica: México.
Bloch, M. (1982). Introducción a la historia. Fondo de Cultura Económica: México
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