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Música azul azulejo

Autor: Guillermo Beguerisse Hormaechea


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Siéntate a escuchar una historia de nostalgia. El sonido de, en palabras de Fernando Pessoa, una música del pueblo, una simple melodía de las que aprendes al vivir.



A menudo representado en los azulejos de Lisboa, este es uno de los grandes cuadros portugueses: «O Fado» de José Malhoa.



José Malhoa fue un pionero del naturalismo portugués y esta obra maestra retrata el alma del fado, el género musical símbolo de la cultura lusitana. Del cuadro hay dos versiones, la primera de 1909 y la segunda de 1910.



El fado, de origen asociado a la marginalidad y los barrios pobres, comenzó a tener éxito entre las clases intelectuales y aristocráticas. José Malhoa decidió volver a los orígenes y retratar la esquiva esencia del género. Primero contrató modelos profesionales para sus bocetos; sin embargo, no quedó satisfecho a causa de la falta de autenticidad. La verdadera naturaleza del fado requería modelos reales. Deambulando sin éxito por los barrios de Alfama y Bairro Alto, finalmente encontró lo que necesitaba en el barrio de Mouraria. Ahí conoció a los dos personajes del cuadro: Armâncio Augusto Eseteves, un conocido rufián y criminal de poca monta con habilidad para la guitarra portuguesa; y a su amante Adelaide de Facada, así llamada porque tenía una gran cicatriz de navajazo en la mejilla izquierda, una prostituta de medio tiempo.



José Malhoa visitaba continuamente la casa de Adelaide, en la Rua do Capelão, para poder retratar fielmente el entorno y poder recrearlo en su taller. La gente del barrio inicialmente sospechó del fuereño, hasta que se comprobaron sus intenciones y las prostitutas locales le dieron el sobrenombre del «pintor fino». Aunque así le llamaban, en lugar de pintar, la mayor parte de su tiempo lo pasaba explicando a los policías sus motivos para estar en el barrio y yendo continuamente a prisión a sacar a sus dos modelos para poder seguir trabajando. El pintor, aparte de mediar entre las frecuentes discusiones entre los amantes, constantemente tenía que renegociar con Amâncio la pose de Adelaide y calmar sus celos.



A pesar de todo, Malhoa completó su pintura y finalmente la pudo mostrar tanto a los habitantes del barrio de Mouraria, como a la élite de Lisboa. Para su mala fortuna, el cuadro fue muy mal recibido por la crítica especializada por retratar la marginalidad de forma tan directa. No obstante, el cuadro no tardó en ser reconocido en el extranjero. Viajó a Buenos Aires con el título «Será cierto», a París llamado «Sous le charme» y a Liverpool y San Francisco titulado «The native song».



El valor del cuadro con el tiempo fue reconocido nacionalmente, y el Ayuntamiento de Lisboa adquirió la segunda versión del cuadro en 1917. Actualmente el cuadro, cedido por el Museo de Lisboa, es una de las piezas centrales del Museo del Fado. Por su parte, la versión de 1909 está en una colección privada.



Hoy, en todo el mundo, el fado es un símbolo musical de la cultura y la tradición portuguesa. Este género melancólico, revela la pasión resignada portuguesa y evoca la contradictoria belleza de un destino inútil lleno de desesperanza. Escucharlo es la única manera de entenderlo, así que no olvides bajar a la sección de «Aprende más» y disfrutar de una de las canciones más bellas, con letra de Fernando Pessoa y la composición de Mário Pacheco.



¿Qué te parece? ¿Qué es lo que te hace sentir? ¿Saudade, como dicen los portugueses?


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«Há uma música do povo»


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