top of page
Foto del escritorCompass.

El gordo y el flaco

Autor: Guillermo Beguerisse Hormaechea


¿Contraseña?...

Tengo para ti la historia de dos personajes que, incluso siendo abismalmente distintos, constantemente se les confunde. Si uno es gordo y el otro flaco, ¿por qué los mezclamos? Aquí está la explicación:


Budai de gres - Dinastía Ming 1486


Lo has visto sentado junto a la caja registradora en un restaurante chino: estatua brillante de un hombre calvo, barrigón y con una sonrisa amplia. Y todo el mundo te dice que sobarle la panza al buda trae buena suerte. Pero, si el fundador del budismo especificó: «Libérate de todos los apegos mundanos», ¿cómo llegó a subir tanto de peso siendo tan estricto? Sencillo, esa estatua tan simpática no es de El Buda.


Buda de Sarnath 475 d. C


El Buda fue un hombre llamado Siddhartha Gautama que vivió en India alrededor del siglo VI a.C. Su historia es fascinante, pero hablaremos de ella en otra ocasión, aquí lo importante es saber que nació como un príncipe inmensamente rico y al darse cuenta del sufrimiento en el mundo decidió volverse un asceta en busca del significado de la existencia. Tras años buscándola durante una meditación de cuarenta y nueve días encontró un camino medio y viable entre el hedonismo y el ascetismo. Alcanzó el nirvana, escapó del ciclo de sufrimiento y se convirtió en Buda, o «el iluminado». Su hallazgo y filosofía se extendió por Asia oriental y hoy en día alrededor de 376 millones de personas se denominan budistas. En cambio, la estatua regordeta del «buda que ríe», como lo llaman en China, no es realmente Buda. Este hombre en realidad fue un monje llamado Budai —atención a esa i —. Mientras que al Buda histórico se le personifica contemplativo, sereno, pacífico y flaco, a Budai se le representa con los ojos abiertos, riendo y gordo.



Budai vivió en China alrededor del siglo X, es decir más de 1,400 años después del Buda. Fue un hombre simpático, con una gran barriga que competía con el tamaño de su sonrisa, de orejas largas y vestimenta sencilla, que acostumbraba a recorrer pueblos repartiendo comida, buen humor y la enseñanza de «cuanto más das, más te llega». En esa estatua que vez en toda tienda china se le representa con una bolsa —incluso su nombre Budai significa en chino «saco de tela» —. Este costalito simboliza lo fácil que es resolver los problemas de los demás, pero lo difícil que es solucionar uno propio. Budai enseñó que esto sucede porque nos apegamos a nuestros problemas y nos identificamos con ellos, haciendo más difícil encontrar una salida. ¿Su solución? El desapego por medio de la risa, así los problemas se vuelven manejables o incluso vemos que en realidad no lo son. Ahora, más allá de esa discreta i en el nombre, ¿por qué tanta confusión? Aquí empieza lo enredoso.


Budai y niños cargando linternas - Utagawa Kuniyoshi


A diferencia de otras religiones donde sólo hay una figura central, en el budismo hay muchos budas. Cada persona tiene propensión a la budeidad, y todo aquel que alcanza el nirvana o la iluminación es un buda, aunque no el Buda, pues ese título está reservado a Gautama. Por lo menos en nuestra era... Correcto, te digo que aquí las cosas se embrollan. Tras milenios de existencia, ésta a veces filosofía a veces religión, incluyó numerosos bodhisattvas, una palabra para referirse a sabios que, encaminados a la iluminación, en lugar de entregarse de lleno a ella se dedican a trabajar para que otros la consigan. Los budas y los bodhisattvas pueden tener formas diferentes y reencarnaciones antes de finalmente alcanzar el nirvana. En ciertas ramas del budismo el mismo Gautama es el más reciente de veintiocho Budas anteriores y es el que corresponde a nuestra era cósmica. Eventualmente el mundo se autodestruirá y renacerá. En esa era habrá un nuevo Buda que ya no será Gautama sino alguien llamado Maitreya. Bueno, pues se cree que una de sus reencarnaciones anteriores es nada menos que Budai, quien cuando estaba vivo fue un bodhisattva esparcidor de risa.


Budai


Por lo pronto, en este mundo que aún existe, Budai se convirtió en una especie de santo patrón de los restauranteros — de ahí su lugar de honor a la entrada o junto a la caja registradora —. Lo importante es no confundirlo con el Buda, pues a pesar de estar ligeramente relacionados no son la misma persona y sus mensajes tienen variaciones importantes. Sobre todo, hay que distinguirlos a la hora de querer frotarle el vientre a uno. Acariciar a Budai no es una falta de respeto. Y sí, se cree que sobarle la panza a esa estatua sonriente trae buena suerte, riqueza y prosperidad.



Por lo pronto aquí hay una manera de seguir su enseñanza de cuanto más compartes, más recibes. Si este artículo te pareció interesante, compártelo con alguien. Hacerlo es un acto de generosidad; no minimices la capacidad de tus clics. Tu acción sí hace la diferencia y seguro esa persona te lo agradecerá.



Recuerda que la cultura es una cadena que debes proteger y a la que debes sumar. Por favor no la rompas.




 


Aprende más:

No olvides llevarte tu propio Budai. Descúbrelo dando clic aquí: https://amzn.to/3u3ggIs


Fuentes:

Jennings, Ken. 2016. Was the Buddha Really Fat? Último acceso: 16 de marzo de 2023. https://www.woot.com/blog/post/the-debunker-was-the-buddha-really-fat

Milijana. 2022. Fat Buddha: who is the laughing buddha. 28 de marzo. Último acceso: 16 de marzo de 2023. https://www.worldtravelconnector.com/skinny-buddha-vs-fat-buddha-laughing/

Ross, Dave. 2021. That Fat, Jolly Fella Isn't Buddha. 23 de abril. Último acceso: 16 de marzo de 2023. https://people.howstuffworks.com/that-fat-jolly-fella-isnt-buddha.htm



155 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page