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Hilos revolucionarios

Actualizado: 22 ago 2020

Autor: Fermín Beguerisse Hormaechea


De acuerdo al filósofo prusiano Immanuel Kant, uno de los pilares para una paz global es el libre comercio, pues si unos dependen de otros no existirían incentivos para enfrentamientos, o bueno al menos esto era lo que su lógica le dictaba; sin embargo, nunca contempló a la propia actividad económica como un arma de movimientos revolucionarios.


La segunda mitad del siglo XIX, fue testiga de una estructura comercial que propició un terreno fértil para un auténtico boicot en India, el movimiento Swadeshi. Proveniente del hindi, swadeshi quiere decir autosuficiencia, y su finalidad era justamente romper con el sistema de dependencia económica que India tenía con Reino Unido, además de ser una declaración política para la independencia definitiva.


Durante años la Compañía Británica de las Indias Orientales impulsó la producción de algodón e índigo para después exportarlos como materia prima a las islas británicas, trabajar allí el textil, y después vender la prenda final en India a un precio competitivo frente a la producción local. Bajo este esquema, el mercado era dominado por los británicos, siendo así que el movimiento nacionalista indio incentivara la producción y la compra-venta local. Uno de los principales promotores de este movimiento fue Mahatma Gandhi, quien en sus discursos y en la práctica, invitaba a la fabricación del khadi, una tela de fibra natural (algodón) tejida a mano y que al día de hoy es el material oficial de la bandera de India.


Mientras tanto, en África Occidental de 1983, el entonces líder burkinés, Thomas Sankara, retomó una práctica similar, aunque ya en un estado de independencia post-colonial. Burkina Faso, previamente conocida como Alto Volta, formó parte de la Comunidad Francesa hasta 1984 y fue con Thomas Sankara que adquirió su nombre actual, que quiere decir “Patria de hombres íntegros”.


Durante su presidencia, Sankara o el “Ché Guevara africano”, intentó romper con la dependencia económica que aún existía con Francia, siendo así que impulsara la autosuficiencia productiva del algodón y promoviera la fabricación nacional de ropa. Incluso en el discurso panafricanista que le costó su vida se le escuchó decir:


“Asegurémonos que el mercado africano pertenezca a los africanos, produzcamos en África, fabriquemos en África y consumamos en África…Burkina Faso ha venido a mostrarles el algodón producido en Burkina Faso, tejido en Burkina Faso y cosido en Burkina Faso para vestir a su gente…No hay ni un solo hilo que provenga de Europa o América.”


Después de todo, pareciera que en realidad aquello que determina la paz, no es el comercio per se, sino los beneficios justos que éste asegura a quienes lo practican. Y nosotros ¿aseguramos la paz con nuestra actividad económica?


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Fuentes:
 


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