Autor: Guillermo Beguerisse Hormaechea
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Hoy conoceremos a la mujer que conquistó un concepto que fascinó la mente de personajes tan grandes como Leonardo da Vinci, Ludovico Sforza, Hans Frank, e incluso, don Miguel de Cervantes Saavedra.
Cervantes escribió en el capítulo XXXIII del Quijote: «el arminio es un animalejo que tiene una piel blanquísima, y que cuando quieren cazarle los cazadores, usan deste artificio: que, sabiendo las partes por donde suele pasar y acudir, las atajan con lodo, y después ojeándole, le encaminan hacia aquel lugar, y así como el arminio llega al lodo se está quedo, y se deja prender y cautivar a trueco de no pasar por el cieno y perder y ensuciar su blancura, que la estima en más que la libertad y la vida. La honesta y casta mujer es arminio, y es más que nieve blanca y limpia la virtud de la honestidad».
Durante su estancia en Milán, Leonardo da Vinci, conoció a Cecilia Galleani. En 1489, con dieciséis años, Cecilia se convirtió en la amante del patrón de Leonardo y duque de Milán, Ludovico Sforza. Mucho más que sólo una cara hermosa, era conocida como donna docta, por su domino del latín y del griego, su habilidad instrumentista y sus composiciones poéticas.
Fue en esa época cuando Leonardo le pintó este retrato. Sosteniendo un armiño, símbolo de pureza como años después lo describiría Cervantes, Cecilia fue plasmada como referente de la pureza; como amante de Sforza, apodado Emellino (armiño en italiano) por ser miembro de la orden del Armiño; y como la mujer docta que era al referirse a su apellido, Galleani, proveniente del vocablo griego para armiño: γαλῆ (galé).
Cuando Ludovico Sforza se casó con Beatriz d’Este, esta última se encargó de alejar a Cecilia de su marido. El cuadro, sin embargo, sobrevivió hasta llegar a manos de la familia polaca Czartoryski en el siglo XIX. Adam Jerzy Czartoryski, diplomático polaco con una amistad demasiado cercana con la futura esposa del futuro zar Alejandro I, fue enviado —exiliado— en misión diplomática a Italia, donde superó su desamor coleccionado arte. Ahí consiguió el magnífico retrato de Cecilia, que sobrevivió junto con la familia Czartoryski su huida a París tras su participación en la insurrección independentista contra Rusia en 1830, su eventual retorno a Cracovia, su confiscación por parte de Hans Frank (el gobernador nazi en Polonia) para el fallido museo de Hitler, su intercepción por parte del Ejército Aliado y su retorno a la Polonia soviética. Tras medio siglo de comunismo, se le regresó al descendiente Adam Karol Czartoryski. A partir de entonces la donna docta se exhibe en el Museo Nacional de Cracovia.
Después de pasar por el barro de la guerra, el lodo del nazismo, el polvo de los años, y el fango del socialismo, Cecilia Galleani continua tan hermosa y pura como el armiño que la representa. Hay algo en ella que ha inspirado su conservación en las manos de duques, mercaderes, diplomáticos y militares.
¿Qué nos hace conservar algo puro durante tantos años? ¿Es la belleza de la mujer, la destreza del artista o algo más? ¿Podría ser la pureza humana, que se mantiene ante la adversidad, lo que nos impresiona cuando nos hace sortear los horrores de nuestras propias acciones? ¿En qué situación, así como el arminio llega al lodo y se está quedo, dejándose prender y cautivar a trueco de no pasar por el cieno y perder y ensuciar su blancura, se estima en más esa pureza que la libertad y la vida?
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Aprende más:
Da Vinci, Leonardo. (1490). La dama con l'ermellino. Museo Czartoryski, Cracovia, Polonia.
National Geographic. (25 de Diciembre de 2014). Desvelados los secretos de la "dama del armiño". Recuperado el 14 de Julio de 2020, de historia.nationalgeographic.com: https://historia.nationalgeographic.com.es/a/desvelados-secretos-dama-armino_8736
Fuentes:
Salsa, Ana. (22 de Junio de 2019). Leonardo y La dama del armiño. Recuperado el 14 de Julio de 2020, de lavanguardia.com: https://www.lavanguardia.com/historiayvida/edad-moderna/20190619/47313944110/leonardo-y-la-dama-del-armino.html
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