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Rodea y vencerás

Actualizado: 22 ago 2020

Autor: Fermín Beguerisse Hormaechea

[Vercingétorix entregando armas a Julio César- Lionel-Noël Royer, 1899]


Desde las frías y verdes highlands escocesas, pasando por la auténtica Alsacia Lorena con cultura franco-alemana, y cruzando Europa del Este hasta habitar las remotas tierras de Anatolia Central; los celtas forjaron un vínculo común a lo largo del continente europeo y Turquía actual.


La interacción de diseminadas tribus celtas con la entonces unida y expansiva República romana, era algo imposible de contener o evitar. Hacia los siglos III- IV a.C las relaciones entre ambos alentaron el intercambio comercial, incluyendo la participación de mercenarios galos en las marciales legiones romanas. Llamados por los griegos como “celtas” y posteriormente por los romanos como “galos”, este pueblo sufrió, hacia el año 387 a.C, de contracciones económicas enardecidas por un deterioro climático que afectó principalmente la productividad del campo. Seducidos, entonces, por los relatos de una vida mejor, miles de celtas cruzaron los Alpes para tomar algo de la tan sonada bonanza republicana.


Al llegar a Roma los celtas tomaron el Foro, saquearon la ciudad y acabaron con varios de sus habitantes. Tras una encarnizada lucha entre fieras hordas del norte y las bien adiestradas legiones romanas, los invasores fueron expulsados dejando un humillante recuerdo en la memoria colectiva de Roma; un reclamo histórico que Julio César usaría astutamente a su favor hacia el año 58 a.C.


Como parte del triunvirato dominante, Julio César recibió poderes proconsulares para gobernar la Galia Transalpina, Iliria y la Galia Cisalpina; sin embargo, debido a un gran endeudamiento, así como su prestigio y futuro político, aprovechó la cercanía territorial de la tribu celta enemiga de los helvecios para iniciar incursiones bélicas que desencadenaron su muy exitosa Guerra de la Galia. César derrotó a los pueblos helvecios en el 58 a.C, para seguir con la confederación belga y los nervios en el 57 a.C, incluyendo a los vénetos hacia el 56 a.C. Frente a las presiones territoriales que fue ejerciendo Julio César a los galos, mediante tácticas como la rapidez cesariana, el líder galo Vercingétorix decidió dar fin a la división entre galos y unificarlos en un esfuerzo común que repelara la fuerza de Roma.


Las victorias de César, fueron, en gran medida, gracias al aprovechamiento de la discordia entre líderes tribales; muy parecidas a las de Hernán Cortés siglos después en tierras mexicas. No obstante, la unificación celta de Vercingétorix vino a complejizar la guerra, ya que, adentrados en la Galia, súbitamente los romanos se vieron rodeados de enemigos. Para remediar la situación, Cesar ideó una solución sin parangón, al verse rodeado por las fauces de las tribus galas, Julio César decidió invertir la situación levantando dos grandes cercos; uno interior para asfixiar Alesia la capital de Vercingétorix, y uno exterior que cubriera las espaldas romanas ante la llegada de posibles refuerzos celtas. El resultado: la asfixia total de Alesia y una victoria que ganó la Galia para Roma.


Aun cuando la Guerra de las Galias concluyó con la derrota militar de los celtas, estos se integraron al estilo de vida romano y Roma los asimilo rápidamente; de hecho, de acuerdo al arqueólogo Günter Moosbauer, parte de la estrategia romana de asimilación consistió en construir foros y mercados donde se ofrecieran artículos romanos que convencieran de las ventajas del estilo de vida latino.


Siendo la migración un tema recurrente en el hombre, ¿hasta dónde se extienden nuestras raíces? Y frente prácticas milenarias de asimilación cultural ¿qué polos de gran fuerza civilizadora orientan nuestra cultura actual? ¿Cuál será el resultado social de una continua hibridación?


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