Un alfabeto de salvación
- Compass.

- hace 38 minutos
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Autor: Guillermo Beguerisse Hormaechea
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Cuando un grupo de niños desarrolla un tipo de escritura en código, por lo general, para un adulto no pasa de ser una curiosidad digna de distintos grados de admiración. Sin embargo, uno de esos tipos de escritura escapó de las páginas emborronadas de un cuaderno y hoy se utiliza cotidianamente en al menos 23 países.

Jóvenes fulani en el festival Cure Salee, Níger
La mayoría de los sistemas de escritura tienen al menos mil años de antigüedad. Se cree que el primer alfabeto fue el protosinaítico, del cual surgen la mayoría de los alfabetos modernos, incluidos el árabe, el cirílico, el griego, el hebreo y, por supuesto, el latino. Sin embargo, hay un alfabeto nuevo que surgió a finales del siglo XX y que les resolvió un problema a alrededor de 20 millones de personas.
En África occidental existe el idioma fulani, y lo hablan desde Senegal hasta Camerún y Sudán, y también es una lengua oficial en Mauritania, Senegal, Malí, Guinea, Burkina Faso, Níger, Nigeria, Gambia y Camerún. A pesar de ello, y aunque se estima que lo hablan como primera o segunda lengua alrededor de 24 millones de personas, durante gran parte de su historia no tuvo un alfabeto.
Con la llegada del islam a las tierras fulani en los siglos XVII y XVIII, las yihads fulani crearon varios estados islámicos que convirtieron a la población y dieron origen a una clase letrada que hablaba fulani, pero que lo empezó a escribir con el alifato, o alfabeto árabe. Este tipo de escritura se llamó ajami, una forma modificada que permitía escribir en la lengua fulani. Sin embargo, este sistema era impreciso, pues no tenía símbolos para ciertos sonidos propios del fulani. Por ello, cada escritor hacía sus propias variaciones y combinaciones de caracteres para aproximarse a la pronunciación real de las palabras. Además, las diferencias regionales, propias de cualquier lengua, provocaban aún mayores variaciones, y el resultado fue una ortografía inconsistente que generaba confusión y la hacía sumamente impráctica. Aun así, el ajami se utilizó durante siglos, hasta que en el siglo XX dos adolescentes decidieron que era momento de cambiarlo.

Mapa de distribución del pueblo fulani,(de mayor concentración a menor concentración),
mapa elaborado por Sarah Welch.
Abdoulaye e Ibrahima Barry —dos hermanos de Guinea— aprendieron a leer y escribir fulani con el alifato y pasaban gran parte de su tiempo leyendo o escribiendo la correspondencia de adultos que no dominaban la escritura árabe. Se percataron de que la falta de símbolos para ciertos sonidos y la inconsistencia ortográfica provocaban que gran parte de la población fuera analfabeta funcional. Con 10 y 14 años, decidieron cambiar la situación y diseñaron un nuevo alfabeto, creado específicamente para la fonética del fulani. Crearon 28 letras —5 vocales y 23 consonantes—, con sus correspondientes mayúsculas y minúsculas, además de 10 números nativos, signos de puntuación y modificadores consonánticos; en total 88 caracteres distintos.
El método para difundir el alfabeto fue muy tradicional: empezaron enseñándoles a sus amigos y familiares, y les pidieron que cada uno les enseñara a otros tres. También se abocaron a la titánica tarea de transcribir a mano libros de texto escolares —álgebra, geometría, historia—, copiándolos en los mismos cuadernos en blanco que habían albergado sus primeros bocetos. También lograron dar a conocer su invento a través de un programa de radio popular, y así nació el alfabeto Adlam, un acrónimo de una frase que se traduce como «el alfabeto que salvará a un pueblo de la desaparición». Cinco años después de iniciar su proyecto, empezaron a ver gente que no conocían usando el Adlam en contextos públicos. Creen que esto se debió a que el Adlam llegó a agricultores y comerciantes nómadas, quienes le dieron difusión al nuevo sistema de escritura.

Caracteres del Adlam
Para la década del 2000, los hermanos emigraron a Estados Unidos. Ahí se dieron cuenta de que su alfabeto necesitaba evolucionar para ser integrado en teclados, celulares y como fuente legible en cualquier dispositivo electrónico. Con mucho esfuerzo, enfrentándose a la incredulidad y demostrando la viabilidad e importancia de su escritura, para el 2016 el alfabeto Adlam se integró en la versión Unicode 9.0, el estándar de codificación de caracteres que asigna un valor numérico único a cada uno para que las computadoras representen y procesen texto en cualquier idioma, lo que facilita la creación de software que pueda funcionar en todo el mundo y la combinación de idiomas en un mismo documento sin errores. Para el 2019, el Adlam se implementó en la actualización de Windows y eso permitió que se incluyera en servicios de traducción jurídica y técnica.
El impacto ha sido internacional y ha facilitado la comunicación entre hablantes de fulani de distintos países de la región occidental de África. Realmente, el Adlam se convirtió en una escritura que conectó, alfabetizó y proyectó a millones de personas. Sin duda, salvó a un pueblo de la desaparición.
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Fuentes:
Microsoft Unlocked. 2022. Can an alphabet save a culture? 30 de junio. Último acceso: 20 de noviembre de 2025. https://unlocked.microsoft.com/adlam-can-an-alphabet-save-a-culture/.
The Studio team. 2025. Inside the Studio: The Story of Adlam. Último acceso: 20 de noviembre de 2025. https://www.monotype.com/resources/expertise/story-adlam.
Tunley, Alison. 2023. Adlam – the story of a new alphabet. 21 de abril. Último acceso: 20 de noviembre de 2025. https://www.rosettatranslation.com/adlam-the-story-of-a-new-alphabet/.
Waddell, Kaveh. 2016. The Alphabet That Will Save a People From Disappearing. 16 de noviembre. Último acceso: 20 de noviembre de 2025. https://www.theatlantic.com/technology/archive/2016/11/the-alphabet-that-will-save-a-people-from-disappearing/506987/.
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