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«Especial de héroes»: Kusunoki Masashige

Autor: Guillermo Beguerisse Hormaechea


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Bienvenido a un especial en el que conoceremos hombres que vivieron y actuaron de acuerdo a sus ideales sin importar el costo. Verdaderos héroes sobre los cuales reflexionar. Comencemos con el primero, un héroe proveniente de una tierra en guerra bajo el sol naciente.


Durante la década de 1330, el emperador Go-Daigo inició una guerra para restaurar su soberanía. El shogunato de Kamakura, una dictadura militar hereditaria, había dominado Japón desde 1185, y el emperador quería pasar de ser una figura decorativa a retomar el poder para la casa imperial. Un hombre sin pasado, proveniente de una familia sin renombre, respondió el llamado a la guerra de su emperador, grabando su nombre en la posteridad con el acero de su katana. Se llamaba: Kusunoki Masashige.


Kusunoki fue uno de los pocos terratenientes que tomó las armas a favor del emperador cuando pidió ayuda. Comenzó ganando batallas menores contra el shogunato hasta llegar a dirigir un ejército de 2,000 guerreros para defender la ciudad imperial: Kioto. El shōgun, envió un ejército de 5,000 para enfrentarlo. Kusunoki tuvo que emplear maniobras de engaño para convencer al enemigo que estaba por caer en una trampa y obligarlo a huir. Una victoria construida sobre el intelecto. Resentido, el ejército del shōgun marchó de nuevo hacia Kioto. El emperador tenía tres fortalezas en el camino; una de ellas, el castillo de Chihaya, le fue encomendada a Kusunoki. La batalla resultante está entra las más sangrientas de toda la guerra. Kusunoki utilizó todos los recursos a su disposición para defender su posición: tirar rocas gigantes, agua hirviendo, trampas y troncos rodando por las pendientes para, literalmente, aplastar a los atacantes. A partir de ahí, tras una serie de victorias imperiales, finalmente se derrotó al Shogunato en el Asedio de Kamakura en el verano de 1333. El orden había sido restablecido, pero no duraría.


Cuando Go-Daigo no abordó los problemas que le habían pedido resolver, en 1336, el daimio —una especie de caudillo— Ashikaga Takauji se nombró a sí mismo shōgun y usurpó el poder estableciendo el Shogunato Ashikaga. Un ejército del nuevo shogunato volvió a Kioto con la intención de aniquilar a las fuerzas leales al emperador. Go-Daigo se negó a abandonar la capital y le ordenó a Kusunoki que luchara en combate directo contra un ejército mucho más grande y poderoso. Era una misión suicida. La reacción de Kusunoki lo convirtió en uno de los guerreros más sobresalientes de la historia del Japón y en un símbolo de lealtad. Tras advertirle al emperador las consecuencias de atacar y toparse con oídos sordos, siguió las órdenes conociendo el final. Dejó un poema de muerte con su hijo Masatsura antes de marchar.


La batalla de Minatogawa fue un desastre total. De los 700 jinetes con los que llegó Kusunoki sólo quedaron 73 rodeados por el enemigo. En lugar de dejarse capturar, fiel a su honor, Kusunoki Masashige decidió cometer seppuku —suicidio ritual—, junto con su hermano, 11 miembros cercanos del clan y otros 60 guerreros. Las últimas palabras de los hermanos fueron: «Shichisei Hōkoku!» (¡Ojalá tuviera siete vidas más para dar por mi emperador!).


Japón continuó en un periodo de guerras constantes por lo menos otros 300 años, durante los cuales la figura del guerrero leal al emperador se fortaleció hasta convertir a Kusunoki Masashige en un mito. En 1880, durante la restauración Meiji, se le otorgó póstumamente el rango más alto de la corte en Japón, más de 500 años después de su muerte. En 1900 se le erigió una estatua en la plaza pública frente al Palacio Imperial de Tokio, un lugar frente al emperador para un hombre que ejemplificó la lealtad imperial.


Sin duda un hombre digno de su época; aún en desventaja, cuando su lealtad le pidió levantarse no dudó en poner todos sus recursos para luchar por lo que creía correcto. Incluso cuando se enfrentó a su fin no flaqueó y decidió morir luchando en lugar de vivir habiéndose traicionado. Un hombre sin pasado que con acero se ganó la inmortalidad en bronce, con el honor de permanecer ecuestre frente a la casa imperial que defendió hasta la muerte. Sin duda, un héroe.


¿Qué acciones de Kusunoki Masashige aún crees que sean vigentes en un mundo como el nuestro? ¿De qué manera la visión contemporánea puede enriquecerse retomando el compromiso que caracterizó a este héroe?


Muchas gracias por leer este artículo. Recuerda compartirlo y seguirnos en nuestras redes sociales para no perderte la próxima entrega de «Especial de héroes».


 

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