top of page

Hombres duros: Livingstone y Stanley

Autor: Guillermo Beguerisse Hormaechea


¿Contraseña?...

Hoy tengo para ti la historia de dos hombres duros que impulsaron la exploración con decisión y valor. Personajes controversiales, propios de su época y con muchas aristas que considerar.




David Livingstone



Durante el siglo XIX, a medida que se descubría y cartografiaba el interior africano, los exploradores disfrutaban de la fama de las actuales estrellas de Hollywood. Entre todos, el escocés David Livingstone era el más reconocido. Llegó a África en 1840 a los 27 años como misionero y médico. A partir de entonces sus hazañas lo convirtieron en una celebridad: cruzó a pie el desierto de Kalahari, enfrentó leones, exploró el río Zambeze, fue el primer «hombre blanco» en ver las Cataratas Victoria y predicó en favor de la abolición de la trata de esclavos tras ver como comerciantes árabes diezmaban tribus enteras para vender hombres, mujeres y niños en los mercados de Zanzíbar. Aún a sus 51 años, viudo con cuatro hijos, tartamudo y con el brazo izquierdo torcido por un león, era la mejor opción para la meta máxima de la Royal Geographical Society de Gran Bretaña: encontrar la fuente del Nilo, un misterio desde tiempos de Heródoto en el 460 a.C. Zarpó desde Inglaterra en agosto de 1865 con la intención de volver a los dos años. Se perdió todo contacto con él y pasando cuatro años lo dieron por desaparecido.

 


James Gordon Bennett Jr., el editor del «New York Herald», vio la oportunidad de impulsar las circulación del periódico organizando una misión para rescatar a Livingstone. Ferviente antibritánico, estaba dispuesto a ridiculizar a los compatriotas del explorador por su apatía para buscarlo. Contrató a un reportero precedido por su fama de hombre rudo: Henry Morton Stanley. Lo que Bennet no sabía era que Stanley era británico. Su verdadero nombre era John Rowlands, y había nacido en Gales de un padre borracho y una prostituta local. A los cinco años entró a un orfanato y al cumplir lo diecisiete huyó en un buque a Nueva Orleans. En Luisiana cambió de nombre y de vida: luchó en la guerra civil estadounidense —primero en el bando confederado y luego en el de la Unión—, participó en la fiebre del oro, cubrió como reportero las guerras con los indios americanos, se codeó con Ulysses S. Grant e incluso con Wild Bill Hickok. No parecía tener límites, aunque África demostró ser una prueba monumental.




Henry Morton Stanley

 


Stanley navegó hacia el archipiélago de Zanzíbar para contratar hombres y comprar suministros. El 21 de marzo de 1871 zarpó hacia la costa este africana con cinco caravanas para seguir los rumores sobre un hombre blanco visto cerca de Ujiji, 1,200 kilómetros tierra adentro. Durante tres meses luchó contra la malaria, la disentería, el hambre, la pestilencia, inundaciones y sequías. De los únicos dos compañeros blancos, uno murió de elefantiasis y el otro murió de viruela tras liderar contra Stanley un motín fallido —a este no lo extrañó tanto—. Lo mismo sucedió con dos tercios de la expedición antes de alcanzar el poblado de Tabora. A partir de ahí el camino a Ujiji estaba bloqueado por una lucha de clanes, así que Stanley tuvo que desviarse hacia el sur a través de terreno inexplorado. La comida escaseaba y para entonces Stanley sufría malaria cerebral que le ocasionaba alucinaciones. El 1 de noviembre, después de dos semanas de búsqueda, finalmente llegaron al río Malagarasi, un afluente en el corazón de África infestado de cocodrilos. Cruzarlo fue un desafío y, sin embargo, al otro lado un viajero les dio esperanzas narrándoles haber visto al hombre blanco de Ujiji. Cuando Stanley y los pocos hombres que lo seguían entraron en Ujiji, miles de personas se apiñaron alrededor de la extraña caravana. Stanley se abrió paso entre la multitud hacia un hombre demacrado, con pocos dientes y una barba tupida. Se quitó el casco y le tendió la mano mientras pronunciaba la frase que pasó de inmediato a los libros de historia por su notable humor inglés:

«¿Dr. Livingstone, supongo?».

 




Stanley planeaba regresar junto con Livingstone a Zanzíbar y dar la noticia del rescate, pero tuvo que esperar unas semanas en lo que la salud del doctor mejoraba. Tiempo suficiente para que se hicieran amigos y para que, ya entrados en gastos, en lugar de regresar, planearan continuar la expedición original de Livingstone para descubrir la fuente del Nilo. Después de cinco meses se separaron. Antes de que Stanley partiera llorando a Zanzíbar, Lvingstone le agradeció diciendo: «Has hecho lo que pocos hombres podrían hacer, y te lo agradezco». Livingstone continuó su búsqueda hasta morir en la actual Zambia en 1873, año y medio después de su encuentro con Stanley. No encontró el lugar de nacimiento del Nilo. Sus asistentes momificaron su cuerpo y lo entregaron a las autoridades británicas. Al final su restos fueron enterrados en la Abadía de Westminster.

 


Esta historia es un ejemplo de cómo distintos factores se funden en el devenir histórico. No sólo la valentía de Livingstone y la tenacidad de Stanley, sino también la apatía, la ambición, la crueldad y la amistad moldearon este artículo. Dentro de cada milímetro de la línea del tiempo se esconde un sinfín de razones, deseos y voluntades que hacen la interpretación una tarea ardua, si no es que inexacta. De ahí que sea nuestra labor como lectores reconocer que sabemos poco como para darnos la licencia de señalar héroes o villanos y dictar sin consideración la valía o repercusiones de un momento histórico. Seamos más gentiles con la gente del pasado, pues tomaron decisiones igual a como las hacemos hoy: con la información y las herramientas a disposición.

 


¿Por qué crees que el ser humano tiene este impulso de descubrir lugares inexplorados? ¿Por qué crees que la labor de la ayuda mutua es poco estudiado en la Historia?

 


Si te gustó este artículo, ¡compártelo! No dejes que se pierda su mensaje entre los clics que no has querido dar. Recuerda que la cultura es una cadena que debes proteger y a la que debes sumar. Por favor no la rompas por apatía.

 




 


 

Aprende más:

Nuestro libro recomendado es - How I Found Livingstone: Travels, Adventures and Discoveries in Central Africa including four months residence with Dr. Livingstone por Henry M Stanley Descúbrelo en: https://amzn.to/48ancBG

 

Fuentes:

Dugard, Martin. 2003. Stanley Meets Livingstone. octubre. Último acceso: 19 de junio de 2023. https://www.smithsonianmag.com/history/stanley-meets-livingstone-91118102/ 

EyeWitness to History. 2000. Livingstone Discovers Victoria Falls, 1855. Último acceso: 19 de junio de 2023. http://www.eyewitnesstohistory.com/livingstone.htm 

Farwell, Byron. 2004. Stanley Finds Livingstone, 1871. Último acceso: 19 de junio de 2023. http://www.eyewitnesstohistory.com/stanley.htm

 

 

 

97 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo
bottom of page