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Las tres Mona Lisa

Autor: Guillermo Beguerisse Hormaechea


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Hay pocas obras de arte que todo el mundo conoce. La Gioconda es la principal de ellas. Aunque, ¿es sólo una?



Sin duda el cuadro más famoso del mundo debe su fama a un anodino lombardo llamado Vincenzo Peruggia.



El 21 de agosto de 1911 Vincenzo cometió sin querer el robo más célebre de la historia del arte cuando hurtó del Museo del Louvre «La Gioconda» de Leonardo da Vinci. Disfrazado como trabajador del museo descolgó un cuadro que le pareció fácil de esconder por su tamaño, con el fin de venderlo por un puñado de billetes. Tras el robo, el Louvre estuvo cerrado por una semana mientras los expertos buscaban pistas y posibles sospechosos (dentro de los cuales se enlistó a Pablo Picasso y a Guillaume Apollinaire). La prensa hizo lo suyo y el retrato de Lisa Gherardini de Leonardo se convirtió de la noche a la mañana en una reliquia perdida. Al reabrir sus puertas, el Louvre recibió a una excepcional cantidad de visitantes que habían quedado prendados con la historia del «robo imposible» dispuestos a contemplar el hueco en la pared que había dejado el cuadro.



Cuando, tiempo después, Vincenzo trató de vender el cuadro no tardó en ser descubierto. El lombardo se escudó diciendo que, si Leonardo había sido italiano y Lisa Gherardini también, entonces el hogar legítimo de la obra maestra debía ser Italia y no Francia. Después de ser condenado a un año y quince días de prisión, que se convirtieron en siete meses con nueve días, su historia termina con gracia al regresar a su pueblo natal y ser recibido como un patriota. Aunque la historia de «La Gioconda» distaba mucho de terminar tras haberse convertido en el cuadro más famoso del planeta. Pero no es la única versión…



El Museo del Prado en Madrid también tiene una Mona Lisa. Se sabe que ambas fueron pintadas al mismo tiempo en el taller de Leonardo. Aunque el polímata florentino pudo haber dado algunas pinceladas, se considera obra de alguno de sus pupilos debido al trazo del dibujo y la falta de sfumato. Tanto el cuadro del Louvre como el del Prado son idénticos en su paisaje de fondo, siendo esta última una de las copias más tempranas que se conocen. No sólo sus dimensiones son idénticas, sino que ambas tienen las mismas correcciones, lo que indica que fueron hechas al mismo tiempo. Curiosamente, se cree que, por las fechas y localización del taller, el cuadro al que hace referencia Giorgio Vasari en su obra «Las vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos» es justamente la versión del Prado y no la del Louvre.



Finalmente existe una tercera versión llamada Mona Lisa de Isleworth. La polémica surge cuando se comprobó que el lienzo de esta versión se tejió cincuenta años antes de que Da Vinci diese el primer trazo de la del Louvre. Se especula que pudo haber sido un retrato previo realizado por Leonardo de la misma mujer. A pesar del parecido, hay una gran cantidad de expertos que descartan la autoría de Leonardo, mientras otros apuntan a que es una versión anterior. Sea de un artista anónimo o de Da Vinci, se sabe que llegó a Inglaterra a finales del siglo XVIII y que para 1913 Hugh Blaker lo compró y guardó en un departamento en el barrio londinense de Isleworth. Desde el 2008 pertenece a un consorcio internacional, aunque el 25% pertenece a los herederos de uno de los antiguos dueños.



Conocer estos detalles, tanto de propiedad como la misma autoría del cuadro, no son un pormenor cuando se considera que en 2017 se vendió por más de 400 millones de euros la obra «Salvator Mundi» también de Leonardo (aunque hoy en día se cuestione su autoría, tema polémico y posiblemente para otro artículo).



Existen otras versiones de la Mona Lisa, como la que hizo Rafael Sanzio, o algunas que mantiene el Louvre. Sin embargo, todas le deben su fama a una curiosa combinación de habilidad artística extrema suministrada por Leonardo Da Vinci y una historia atractiva proporcionada por un ingenuo ladrón lombardo. A partir de ahí todos quieren una parte de la Mona Lisa, sean museos, coleccionistas millonarios o hasta el más simple turista que se compra un imán con la sonrisa más emblemática del arte.



¿Conoces otra obra de arte que haya saltado a la fama tras ser aderezada con una historia enigmática?

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