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Reflejos infinitos

Autor: Guillermo Beguerisse Hormaechea


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Fácilmente se desdeña al arte contemporáneo como un cúmulo de sinsentidos arrumbados sin mérito ni motivo. Aquí está un ejemplo del valor de dedicarle un momento a lo que sin dificultad algunos tachan de superfluo o insignificante.


 «TV Buddha» - Nam June Paik

 

Nam June Paik nació en Corea y se podría decir que es el abuelo del Video Art. Influenciado por el dadaísmo e inmerso en la corriente Fluxus, buscó romper las barreras entre las bellas artes y lo cotidiano. Le atraía la televisión como elemento de la vida diaria del humano común y el video como un medio para capturar parte de la realidad. Estas ideas las introdujo en la escultura y fue desarrollando una visión artística propia. Este es el caso de su obra de 1974: «TV Buddha».



Sobre una base rectangular descansa una figura del Buda y frente a él una pequeña televisión — redonda, en esta instalación— está conectada a una cámara de video. El arreglo no es casual, pues genera una creación de imágenes continuas que derivan en varias interpretaciones. La principal surge del espectro del budismo: la autocontemplación. De acuerdo con esta religión, a través de la meditación se pueden superar las necesidades humanas y lograr la sublimación del ser; es decir, alcanzar el Nirvana, el encuentro con uno mismo tras separarse de los placeres mundanos y del sufrimiento sinsentido. Sólo un iluminado —un buda— puede autocontemplarse tal y como es. Por otro lado, en cualquier video una serie de imágenes en secuencia se conectan una tras otra para crear la ilusión de movimiento, sin embargo, en esta escultura la imagen en la pantalla está inmóvil. Así nos habla de la victoria de la estabilidad y la paz sobre el movimiento y la velocidad.

 


Para una segunda interpretación debemos salir de los convencionalismos del arte tradicional, enfrentarnos al arte moderno, a una técnica poco utilizada y a un contexto invisibilizado por la velocidad –e irónicamente por los medios, como la televisión–. El humano contemporáneo, en constante agitación por el mundo que lo rodea, se encuentra en un ciclo sin fin de auto búsqueda a través de medios externos para conocerse a sí mismo, pero sólo se encuentra en representaciones superficiales e irreales: sus publicaciones, sus stories, su consumo, sus influencers, su más reciente «Era». La escultura se ve en un video, una imagen de la realidad que no es la realidad en sí. Un poco de crítica hacia el budismo new age de repisa de autoayuda y a los círculos de «meditación» seguidos de Starbucks.

 

Escena de «Las estaciones de la vida» - Kim Ki-duk y Baek Dong-hyun

 

En una tercera interpretación el movimiento representado por el video es la vida cotidiana que no se detiene, pero que la verdadera iluminación contempla directamente y logra insertarle estabilidad. La presencia de la paz por medio de mantener la calma y una postura indiferente al tiempo acelerado. Esta exégesis recuerda y se ve en otra obra de arte coreana, una película del director Kim Ki-duk llamada en Hispanoamérica «Las estaciones de la vida» –una traducción literal se hizo en España: «Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera»–. En ella el tema crucial es el ciclo de la vida y la constante evolución del hombre a lo largo de la misma, pero siempre bajo el camino que indican sus principios naturales más puros y la eterna mirada del Buda. Este punto se hace presente a lo largo de la narración y se corona en un final sublime. La cinematografía de Baek Dong-hyun tiene una estética oriental equilibrada al igual que la escultura de Nam June Paik. Ambas imponen por sus espacios vacíos y la relación entre elementos separados.


Escena de «Las estaciones de la vida» - Kim Ki-duk y Baek Dong-hyun

 

La interpretación de ambas obras es libre, por lo que a cada uno la video-escultura y la película les dirán cosas distintas y se relacionarán de acuerdo con su perspectiva. Comprometerse honestamente con cada obra y a su reflexión no sólo es el mejor camino para comprenderlas, interiorizarlas y disfrutarlas, sino que es justamente el mensaje central de «TV Buddha»: se consciente de ti mismo y de tu entorno. Al final, el «mindfulness» comercial de la metamodernidad se reduce únicamente a una herramienta para sosegar y continuar con la autoexplotación en beneficio de la producción y el consumo. La verdadera Presencia Mental Plena se da con esfuerzo y honestidad, entendiendo la complejidad de uno mismo, de sus etapas vitales y de nuestra relación con el mundo que nos rodea: nuestra relación con elementos separados por espacios vacíos. Es un trabajo continuo que nos permite vivir con plenitud todo el dinamismo de la realidad de una forma consciente y alejada del consumismo de experiencias prefabricadas.

 


Como verá, querido lector, detrás del arte se encuentran significados ocultos para quien sólo los brinca en un parpadeo. Desdeñar suele resultar en nuestro detrimento. Si usted aprecia la experiencia completa que subyace a lo más evidente lo invito a no detenerse en este párrafo. Aprenda a colorear al máximo su experiencia. Dé clic aquí y descubra cómo hacerlo.

 


Que la falta de curiosidad no decolore su mundo, querido lector.

 


 


Aprende más:

 

Fuentes:

 

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