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El rescate del Rey

Actualizado: 21 sept 2020

Autor: Guillermo Beguerisse Hormaechea


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Este pequeño dibujo medieval es tan discreto que es difícil relacionarlo con la enorme fortuna gastada y el enredo monárquico que representa. ¿Cómo es posible ver al rey Ricardo Corazón de León besándole los pies a Enrique VI emperador del Sacro Imperio Romano Germánico?



En 1191, durante el asedio de Acre, en la tercera cruzada, Ricardo Corazón de León tomó la ciudad y desconoció el apoyo del ejército de Leopoldo V de Austria, rompiendo así los frágiles intentos de mantener una política común europea en el Medio Oriente cruzado y adquiriendo un nuevo enemigo.



Cuando el rey Ricardo decidió regresar a Inglaterra para detener la usurpación de su trono por parte de su hermano Juan, no podía hacerlo por Francia ya que el usurpador había negociado con el rey francés para cerrarle los puertos. Tuvo que desembarcar en el Adriático y disfrazarse como comerciante para viajar por tierra y cruzar los dominios de su reciente enemigo Leopoldo V de Austria. Confiando en su disfraz, no se percató que, al enviar a uno de sus sirvientes a comprar comida en un mercado local, le había dado una moneda acuñada en Siria. Una moneda como esta no pasó inadvertida en un pequeño pueblo austriaco y atrajo la atención de los soldados locales. Unos días después Ricardo Corazón de León se convirtió en prisionero de Leopoldo V.



El duque Leopoldo V, incluso tras la excomunión papal por secuestrar un cruzado, incólume, decidió venderle el prisionero al Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Enrique VI, a quien también excomulgó el papa sin efecto alguno en la condición del monarca inglés.



Enrique VI pidió un rescate de 150,000 marcos a cambio de Ricardo, el doble del ingreso anual total de la Corona inglesa en el momento, y equivalente a $3.3 mil millones de dólares actuales. Esta cantidad no sólo era increíblemente difícil de conseguir, sino que también, en el medievo, transportar tal fortuna en monedas era sumamente complicado y peligroso.



Conseguir tal cantidad de dinero en una economía medieval no debe subestimarse. Las autoridades inglesas, motivadas por la madre del Rey, Leonor de Aquitania, tuvieron que tasar la propiedad privada de tierras por medio de un impuesto llamado carucage, confiscar el oro y la plata de las iglesias, y forzar el escudaje para obligar al vasallaje a auxiliar al Rey. Se reunieron alrededor de veinte toneladas que se fundieron en lingotes de plata para ser enviados al continente. Este episodio histórico marcó el cambio de pagos feudales al inicio mismo de los impuestos.



Contra todo pronóstico, el dinero llegó a Enrique VI e, incluso tras haber sido tentado con una oferta económica por parte del usurpador Juan y del rey francés para mantener en cautiverio a Ricardo, el monarca inglés fue liberado el 4 de febrero de 1194.



Así como un secuestro cerca de Viena desencadenó una nueva política fiscal dictada en Londres, ¿cómo se unen las causas y efectos en un panorama mundial globalizado como el que vivimos? ¿De qué manera las querellas personales pueden desencadenar esfuerzos nacionales en la actualidad?



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