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La alianza profana

Autor: Fermín Beguerisse Hormaechea

Francisco I de Francia (izquierda) / Solimán el Magnífico (derecha)


Con dominios en América y Europa, la hegemonía de la casa de los Habsburgo definía en gran medida la política internacional de tiempos de Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, poniendo en jaque los intereses de varias potencias, entre ellas la Francia del rey Francisco I (1515-1547) y el Imperio Otomano de Solimán el Magnífico (1520-1566).


Por siglos las relaciones de Europa con Medio Oriente, estuvieron enmarcadas por un largo y cruento periodo de guerra de Cruzadas (1096-1291), que si bien no siempre enfrentó a musulmanes contra cristianos como muchas veces se nos hace pensar, si fue un periodo cuya narrativa popular de confrontación religiosa trascendió las barreras del tiempo, demostrando su vigencia en las relaciones del Mediterráneo del siglo XVI y ocasionando gran revuelo en las cortes europeas al escuchar que la flor de lis cristiana (Francia) y la luna creciente musulmana (Imperio Otomano) unían fuerzas en contra de un enemigo común: Carlos V.


La lucha de poder entre Francisco I y Carlos V se materializó en la Guerra italiana (1521- 1526), donde el rey francés cayó prisionero en la batalla de Pavía y fue enviado prisionero a Madrid. Durante este tiempo de cautiverio, la corona francesa aprovechó la coyuntura para enviar al embajador Jean Frangipani ante la corte del sultán otomano para solicitar la liberación del rey Francisco I y un contundente ataque a la frontera oriental de los Habsburgo. No había mejor oportunidad para Solimán el Magnífico que ésta, sus anhelos de expandirse y encontrar legitimidad en tierras europeas por fin eran secundados por un reino cristiano que vio su petición cumplida en la batalla de Mohács (1526), un ataque que acercó los dominios otomanos a tan solo 3 días a pie de Viena.


“No puedo negar que deseo ver al turco todopoderoso y listo para la guerra, no por sí mismo, porque es un infiel y todos somos cristianos, sino para debilitar el poder del emperador [Habsburgo]…” Francisco I al embajador veneciano



Seguido de un infructuoso esfuerzo de Solimán el Magnífico por sitiar Viena en 1529, la colaboración de Francia y el Imperio Otomano en contra de los Habsburgo cambió de frente; nuevamente a petición de Francisco I, una flota musulmana navegó contra el Imperio de los Habsburgo, asaltando la costa italiana y capturando Túnez en 1534.


A pesar de un claro antagonismo ideológico y tras 8 años consecutivos de mutua colaboración, esta relación sui géneris franco-otomana alcanzó un hito de madurez que propició la firma de una alianza formal en 1536. Para lograr tal fin, Jean de La Forêt fue enviado a Estambul como primer embajador permanente, una posición que a su vez le permitió obtener importantes privilegios para los franceses en el extremo oriental del Mediterráneo, como lo fue un monopolio comercial en “Les Echelles du Levant” (Las Escalas del Levante), es decir, en ciudades portuarias del Imperio Otomano donde el sultán renunció a algunas de sus prerrogativas en favor de los comerciantes franceses; desde aquel momento la insignia real de Francia se volvió la llave europea para acceder a rutas comerciales con el Medio y el Lejano Oriente a través de tierras otomanas.


Sitio de Viena de 1529 - grabado occidental (derecha) /

Sitio de Viena de 1529 - miniatura otomana (izquierda)


Esta alianza “profana” entre una corona cristiana y otra musulmana provocó escándalos en Europa, más aún en un tiempo de cisma religioso entre la Iglesia Católica y el protestantismo de Lutero; no obstante, la relación evolucionó y perduró hasta el desmantelamiento del Imperio Otomano en 1923, y trajo consigo un importante intercambio de conocimientos, plasmado en obras árabes de astronomía comentadas por el francés Guillaume Postel, en el Corán de la Bibliothèque Royale de Fontainebleau o en el trasfondo otomano de la literatura francesa del siglo XVI como es el caso de la tragedia “La Soltane” de Gabriel Bounin.


El intercambio es algo innato de las relaciones humanas, ya sean bien locales o internacionales, a pequeñas o a grandes escalas, pero es siempre con el otro, y a pesar de las diferencias, que crecemos y nos comprendemos mejor. Y tú ¿encuentras puntos en común entre aparentes antagonismos? Después de todo, tal vez algo podamos aprender de Solimán y Francisco.

 
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