Autor: Miquel Andraca Vilar
“Los romanos por su parte […] abandonaron toda esperanza por retener la supremacía de Italia, y estaban en el mayor de los temores por su seguridad y la de Roma”[1]
La Segunda Guerra Púnica se ha descrito como “uno de los acontecimientos bélicos más importantes de la antigüedad”[2] y la lucha entre Roma y Cartago se entiende como el choque de titanes que se enfrentarían en tres ocasiones. El historiador Fernand Braudel las describe como “una guerra de los cien años”[3]. Es bajo este contexto que se ha observado la trascendencia de la batalla de Cannas y sus consecuencias.
Después de un viaje imposible donde 60,000 soldados cruzaron los Alpes en pleno invierno, las montañas finalmente dejaron entrever la sombra de un elefante montado por el general cartaginés Aníbal Barca quien, tras lograr lo inimaginable, hizo descender su sombra sobre el valle del Po, Etruria, Latium, Magna Grecia y finalmente toda Italia. Por donde pasaba el cartaginés, derrotaba a la República romana de forma humillante y extendía el alcance de su temida sombra. Las batallas de Tesino, Trevia y Trasimeno, empujaron a la República a tomar acción y se decidió hacer el ejército más grande de la historia de Roma (hasta ese momento) para terminar con la osadía de Cartago y del recién tuerto Aníbal Barca. Juntando los dos ejércitos consulares y duplicando las legiones de cada uno, los romanos marcharon a Cannas y el 2 de agosto del 216 a.C, en la planicie de Cannas, se desplegaron las legiones de Roma, con 80,000 legionarios. Frente a ellos estaban los ejércitos de Cartago con sus 40,000 soldados. Al final de la contienda solo 13,000[4] legionarios regresaron a la ciudad eterna, la cual había sufrido su cuarta derrota en la Segunda Guerra Púnica, aunque a diferencia de las luchas anteriores, esta derrota era una que dejaba en rodillas a Roma. De estas circunstancias nacen las preguntas que guían este breve escrito: ¿por qué no se rindió Roma? y ¿por qué Aníbal no aprovechó el triunfo conseguido?
Dando respuesta a la segunda pregunta, es pertinente usar las palabras de Maharbal[5] frente a Aníbal después de enterarse que no marcharían sobre Roma: “Los dioses no dan todos sus dones a un solo hombre. Puedes ganar batallas, Aníbal. Pero no sabes cómo utilizarlas”[6]. Parecería tener razón el comandante de caballería, pero Aníbal había observado algo que sus oficiales no, y esto era el origen del interminable ejército romano.
Roma jamás podría ser derrotada mientras no se eliminara a sus aliados italianos primero, ya que “la fuerza de combate aliada alimentaba la resistencia de Roma”[7]. Los ejércitos de la ciudad eterna no tenían solo filas de romanos, pues también estaban conformados en una proporción importante por sus aliados itálicos. Sin la aportación de reclutas al ejército, la República romana no podría haber tenido el éxito militar que le permitió controlar la península Itálica. Aníbal entendió esto “y se decantó por el lento proceso de derrotar a los aliados itálicos: con cierto éxito, pero nunca en número suficiente”[8].
Además de entender el posible pensamiento de Aníbal, es importante analizar la conducta tomada por Roma después de Cannas y esto se desarrollará con la respuesta a la primera pregunta.
Aníbal decidió no atacar Roma, considerando que no estaba lista para ser asediada y no sería posible tal empresa hasta que se derrotara o privara a ella de sus aliados. Aun así la ciudad y sus habitantes se enfrentaron a una crisis sin precedentes, donde no solo habían perdido numerosas veces y de forma contundente ante un implacable rival, sino que también sufrieron la perdida de entre una tercera y cuarta parte del senado, incluyendo la muerte de familiares de varios senadores en la derrota de Cannas. Por si no fuera poco la pérdida de varios miembros de la clase dominante de la ciudad, las arcas de la misma se encontraban vacías.
Por último, los romanos sabían de su precaria posición como potencia hegemónica de Italia y sabían que sus aliados mostrarían cansancio de dar constantemente soldados a la República sin tener garantía de la supervivencia de los mismos en las batallas que se aproximaban.
Frente a estas circunstancias tan adversas, donde la victoria era un pensamiento lejano en la mente romana, se decidió continuar la guerra contra Cartago. Roma permaneció en la contienda sin ninguna garantía de victoria y enfrentaba un panorama obscuro que amenazaba su propia supervivencia, pero de forma increíble acabaría saliendo triunfal e imponiendo términos sobre Cartago ¿por qué?
Las derrotas sufridas por los romanos habrían llevado a cualquier otro Estado de la antigüedad a aceptar su destino, pero la situación de Roma le permitió hacer la increíble decisión de resistir. Su facilidad para encontrar hombres que llenaran sus ejércitos, junto con la tenacidad cultural que caracterizaría a la ciudad del Tíber en el porvenir de los años, permitieron hacer frente al formidable enemigo que presentaba Aníbal Barca, además que Roma contó con la suerte de tener en este periodo a dos generaciones excelentes de la familia de los Escipiones, de la cual formó parte Publio Cornelio Escipión, general que derrotó a Aníbal en la batalla de Zama en el 202 a.C y que dio fin a la Segunda Guerra Púnica.
La batalla de Cannas marcó un punto de inflexión en la guerra entre Cartago y Roma, de esto no hay duda. No obstante, la interpretación que se da a este momento de la historia si está sujeto a varias teorías e incógnitas y su análisis es cambiante.
Como cierre, invito a reflexionar de la siguiente forma. Primero imaginen estar en la posición de Aníbal y pregúntense que habrían hecho diferente, y lo segundo a reflexionar e introducir en nuestra cotidianidad que el éxito no vendrá sin fracasos o sin perdidas, pero mientras mantengamos nuestra identidad firme, al igual que nuestros sueños, podremos triunfar en nuestros proyectos, sueños y ambiciones. La historia de Roma, y está en particular, son buenos ejemplos para recordarnos que todo se puede lograr, solamente pregúntense lo siguiente: ¿están dispuestos a comprometerse?
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"La muerte de Lucius Aemilius Paullus (en Cannas)" por John Trumbull en 1773
Aprende más:
Aníbal, el peor enemigo de Roma-Documental (Español) https://www.youtube.com/watch?v=U7vOPMEXTFc
Fuentes:
Beard, Mary. SPQR: A history of ancient Rome. Traducido por Silvia Furió Castellví. México: Editorial Planeta, 2016.
Braudel, Fernand. Memorias del Mediterráneo: Prehistoria y antigüedad. Traducido por Alicia Martorell. Madrid: Cátedra, 1998.
Goldsworthy, Adrian. Cannae. Cassel & Co, 2001.
Guzmán, Gerardo Cabezas. «Aproximación a la logística militar del ejército de Aníbal.» Historiae 10 (2013): 91-119.
Livy. Hannibals War Books 21-30. Oxford Univercity Press, s.f.
O´Connell, Robert L. The ghost of Cannae: Hannibal and the Darkest Hour of the Roman Republic. New York: Random House, 2010.
Polibio. Historias Libro III. Madrid, 1982.
Taylor, Michale James. Finance, Manpower, and the Rise of Rome. Berkeley, 2015.
[1] Polivio libro 3, 118. (Traducción mía) [2] Gerard Cabezas Guzmán, Aproximaciones a la logística militar del ejército de Aníbal, (Historiae, vol.10 2013) pág. 91. [3] Fernand Braudel, Memorias del Mediterráneo, (Madrid: Cátedra, 1998) pág. 300. [4] Estimado de soldados supervivientes de la batalla. [5] Comandante de la caballería númida cartaginesa y lugarteniente eternamente leal a Aníbal Barca. [6] Livio, libro 22, 51. (Traducción mía) [7] Mary Beard, SPQR: Una historia de la Antigua Roma, (México: Crítica, 2015), pág. 195. [8] Beard, SPQR, pág. 195.
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