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Viñetas para crecer

Autor: Guillermo Beguerisse Hormaechea


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Pasa y siéntate. ¿Crees que aún existan personajes míticos? Hoy tengo para ti la historia de dos personajes que simbolizaron la resistencia inteligente y un legado transgeneracional.


Hergé, por Andy Warhol


El 22 de mayo de 1907 nació en Bélgica Georges Remi, el hombre que pasó a la historia con el seudónimo Hergé; el creador de Tintín, uno de los comics más influyentes del siglo XX.



Georges Remi tuvo una educación digna de su época, estudió en un colegio católico y formó parte de los Boy Scouts. A los siete años comenzó a dibujar sus primeras historietas y en su adolescencia publicó su primera serie en Le Boy-Scout Belge protagonizada por un scout llamado Totor, apenas una semilla del tipo de historias que quería narrar. A los 18 años, empezó a trabajar en el periódico Le Vingtième Siècle, y cuatro años después, el 10 de enero de 1929, apareció por primera vez Tintín y su inseparable perro Milú.



La primera aventura de Tintín lo llevó a la Unión Soviética, donde se enfrentó a los bolcheviques. La historia fue un éxito rotundo. Los lectores querían más. Hergé —un pseudónimo hecho con las iniciales de George Remi invertidas (RG) y en francés— publicó entusiasmado «Tintín en el Congo» y «Tintín en América», dos historias que aún estaban limitadas por un estilo de historieta corta, con muchas acciones inconexas, y fuertemente influenciadas por la visión de la Bélgica colonialista que hoy en día nos puede parecer racista. A pesar de ello, Tintín había llegado para quedarse y madurar junto con sus lectores.



Su siguiente aventura fue un binomio con el que Tintín viajó a Asia: «Los cigarros del faraón» y «El Loto Azul». Hergé dibujó a Tintín en una vibrante aventura que lo llevó desde Egipto, pasando por la India, hasta China. El detalle del dibujo, los escenarios y el realismo de los personajes es algo impresionante para una época en la que la información y las imágenes de lugares lejanos implicaban mucho trabajo y horas de investigación. Para este comic creó al personaje Tchang Tchong Yen, un joven chino que se convirtió en un amigo de Tintín tal y como Hergé lo fue de Zhang Chongren, un artista chino que inspiró al personaje. A partir de ahí Tintín no dejó de viajar: visitó Latinoamérica en «La oreja rota» un retrato infantil de la guerra del Chaco que enfrentó a Paraguay y Bolivia en los años 30; Reino Unido en «La isla negra»; y los Balcanes en «El cetro de Ottokar», en donde Hergé satirizó la política expansionista de la Alemania nazi y del Fascismo italiano con el personaje de Müsstler (Mussolini unido a Hitler).



En 1941, Tintín tuvo que cambiar sus aventuras tras la ocupación nazi de Bélgica. Hergé siguió publicando, incluso tras haber criticado al régimen fascista, en el periódico filonazi Le Soir. Las historias que vivió Tintín tuvieron que alejarse de la política internacional. Paradójicamente, su fama sólo aumentó con títulos como: «El cangrejo de las pinzas de oro» —en la que viaja al Sahara y conoce a un personaje que no se separaría de él, el pintoresco Capitán Haddock— «La estrella misteriosa», «El secreto del Unicornio» y «El tesoro de Rackham el Rojo»; estos dos últimos una historia de dos partes en la que aparece otro entrañable compañero de aventuras, el Profesor Tornasol.



Al terminar la Segunda Guerra Mundial, Hergé se alió con el editor y combatiente Raymond LeBlanc, quien borró cualquier duda sobre alguna afiliación nacionalsocialista que pudiera haber señalado a Hergé tras su paso por Le Soir. Mientras el autor terminaba la historia de «Tintín en el país del oro negro», Estudios Hergé contrató a varios asistentes para colaborar con una de las aventuras más ambiciosas: «Objetivo: La Luna» y «Aterrizaje en la Luna», dos historietas publicadas 15 años antes de que Neil Armstrong pusiera un pie en la luna y que bien podrían colocarse junto a las obras de Julio Verne en la misma repisa de visionarios. Tras publicar «El asunto Tornasol» y «Stock de Coque», las cuatro últimas aventuras de Tintín («Tintín en el Tíbet», «Las joyas de la Castafiore», «Vuelo 714 para Sídney» y «Tintín y los Pícaros») surgieron durante la Guerra Fría y mientras Hergé vivía un periodo de profunda crisis. Tras veinticinco años de casado con Germaine Kieckens, se había enamorado de otra mujer: Fanny Vlaminck.



El 3 de marzo de 1983, Hergé murió dejando incompleta la última aventura del joven reportero, «Arte-Alfa», en la que se habría inmiscuido en la escena del arte moderno. Aun así, el carácter bondadoso de Tintín, su personalidad como símbolo de la honestidad y la valentía, aún perduran hasta nuestros días. Las historias de Tintín nos presentan a un personaje que vivió indirectamente varias de las atrocidades del siglo XX, pero que con valentía, moralidad y audacia desafío la tiranía y restauró la justicia. Hergé fue un hombre de su tiempo, con todo lo bueno y malo que eso significa. Por medio de su trabajo demostró que cambiar para bien es posible. Tanto Tintín como él maduraron para dar la cara a un mundo que cada vez necesita más valentía.



¿Encuentras alguna diferencia entre los personajes míticos de la antigüedad —Aquiles, Beowulf, Horus— y los mitos modernos —Tintín, Superman, Alatriste—? ¿Qué otros personajes conoces que son una inspiración para ser mejores personas?


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Izquierda: Tintín, Milú y el Capitán Haddock, por Hergé / Derecha: Hergé



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